Aunque en los últimos 20 años el Popocatépetl ha expulsado materiales piroplásticos, derramado lava y reportado exhalaciones a la atmósfera, la actividad reciente debe poner en alerta a la población para prevenir problemas de salud, principalmente entre adultos mayores y niños, aseguró el doctor Delfino Hernández Lascares, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
El calentamiento en el cráter del volcán es medido por los sensores del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), con el propósito de que habitantes de asentamientos cercanos en riesgo puedan tomar medidas preventivas con antelación.
Con base en el reporte del monitoreo realizado las 24 horas por el Cenapred y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) emitido este lunes, el Comité Científico Asesor recomendó escalar el Semáforo de Alerta Volcánica de Amarillo fase 2 a Amarillo fase 3, lo cual constituye una medida preventiva.
El geólogo adscrito al Departamento de Biología de la Unidad Iztapalapa señaló en entrevista que la caída de ceniza en alcaldías de la Ciudad de México, así como en Puebla, Tlaxcala, Morelos y el Estado de México representa riesgos para la salud dado que se trata de un material silicoso combinado con elementos químicos que pueden afectar la vista y oídos al ser inhalados, de ahí la importancia de usar el cubrebocas y lentes.
La medida de suspender clases de educación básica –preescolar, primaria y secundaria– en Puebla es atinada, “y la población debe estar atenta a la información de los medios de comunicación, sobre todo los adultos mayores y niños”.
El también experto en Paleontología abundó que “hay volcanes que avisan cuándo habrá una manifestación significativa, mediante la intensificación de sismos locales, sobre todo si se taponea la lava, en esos casos se intensifica la actividad y la explosión puede ser muy grande”.
En la capital no se sentirían tan de lleno los efectos en términos generales como en las localidades que están más cerca. En ese escenario, la lava no llegaría a alcaldías como Iztapalapa o Tláhuac, pero puede dañar el entorno y el ambiente por la presencia de ceniza en la periferia, que incluso ha ocasionado el cese de actividades del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
De acuerdo con estimaciones, si ocurriera un estallido grande los afectados principales serían al menos 20 millones de personas de Puebla, Tlaxcala, Morelos y Estado de México; por tanto, “no es un tema menor y la población debe estar alerta respecto de lo que pasa en el coloso”.
El volcán es parte de un riesgo geológico activo que si registraran manifestaciones poderosas, por ejemplo, presencia de lava, ésta caería en un entorno no mayor a cinco kilómetros del cráter, debido a la topografía y por el tipo de magma expulsado.
Mientras, “los materiales piroplásticos que vienen acompañados de esta lava, como los que estamos viendo, pueden alcanzar entre cinco y 15 kilómetros de distancia del cráter. El aeropuerto, por ejemplo, está ubicado aproximadamente 68 kilómetros al noreste, como consta en fotografías aéreas”.
Entonces, “el problema sería que lanzara descargas seguidas de ceniza fina que ya estamos viendo caer en la Ciudad de México; sin embargo, el Zócalo se encuentra a una distancia aproximada –en línea recta– de entre 72 y 73 kilómetros”.
Si las estallidos alcanzaran hasta cuatro kilómetros de altura y los vientos favorecieran al noroeste del cráter, las cenizas podrían llegar a la zona poniente de la Ciudad, generando problemas sociales, económicos y ambientales.
Hernández Lascares reiteró la necesidad de que los habitantes se mantengan informados sobre la actividad del coloso, al tiempo que citó lo sucedido en el Pinatubo, ubicado en Filipinas, que en junio de 1991 materialmente detonó y aunque lograron evacuar a mucha gente, el calentamiento en la atmósfera provocó lluvias torrenciales que causaron desastres en Manila.
El volcán Nevado del Ruiz en Colombia hizo erupción en noviembre de 1985 y si bien las autoridades y el sector científico enfatizaron lo grave de la situación, la explosión de lava provocó la muerte de 25 mil personas y destruyó la ciudad de Armero.
Sobre los riesgos que representan las recientes exhalaciones del volcán Popocatépetl, la Secretaría de Salud recomienda a la población no exponerse a la ceniza presente por el incremento de actividad del volcán Popocatépetl.
En el caso de niñas, niños, así como personas adultas mayores y con enfermedades respiratorias deben evitar el contacto con la ceniza, así como realizar actividades al aire libre; proteger ojos, nariz y boca; en caso de tener que salir a la intemperie, usar un pañuelo o cubrebocas, emplear lentes y ropa de protección y de preferencia no utilizar lentes de contacto.
También sugiere lavar los ojos con abundante agua si se ha estado expuesto a la ceniza y presenta sensación de cuerpo extraño en los ojos; cerrar puertas y ventanas y sellar con trapos húmedos las rendijas y las ventilas para limitar la entrada de polvo a casas y edificios.
Para proteger bienes, muebles e inmuebles, recomienda sacudir la ceniza con plumeros para que no se rayen las superficies; tapar tinacos y otros depósitos de agua para que no se contaminen; cubrir aparatos, equipos y automóviles para que no se deterioren; quitar continuamente los residuos acumulados en techos ligeros, que podrían caerse por el exceso de peso.
Además de recoger en costales o bolsas de plástico las cenizas que se acumulen en los techos, suelos y calles, éstos no se deben limpiar con agua por la misma razón; cubrir coladeras de patios y azoteas para prevenir que se tape el drenaje; rehuir el uso de automóviles, ya que se reduce la visibilidad, y en caso de utilizarlo, ser precavidos y pacientes, porque el tránsito puede volverse lento al ponerse resbaloso el piso.