Ciudad de México.- Este fin de semana estaba programada la inauguración del Huerto El Pedregal en Guadalupe, municipio conurbado a Monterrey, Nuevo León. Un huerto comunitario en el que Greenpeace lleva trabajando por cerca de dos años con organizaciones aliadas y personas voluntarias para acercar a la ciudadanía a opciones de alimentación nutritivas y ecológicas.
Sin embargo, se decidió que su entrada en operación se pospusiera debido a que, dada la escasez de agua en la región, es imposible sostener estas operaciones. Desde el 2020, Greenpeace México ha trabajado de cerca con personas y activistas en la construcción de huertos agroecológicos como parte de una visión hacia nuevas formas de consumo que sean más sustentables y socialmente justas.
A pesar de estos esfuerzos, la escasez de agua que actualmente ocurre en el norte del país ha puesto en riesgo este proyecto y otros similares, debido a la dificultad que tienen las autoridades para abastecer de agua a la población. Sin importar esta realidad, son grandes industrias las que continúan extrayendo millones de litros de agua para procesar sus productos, lo cual les permite obtener grandes beneficios económicos.
Paradójicamente, estas industrias –muchas pertenecientes al sector de alimentos y bebidas–, son las mismas que además de acaparar el agua de numerosas localidades del país también lo están inundando con productos ultraprocesados y empacados en plásticos que dañan nuestra salud y la del planeta, precisamente el modelo de alimentación industrializada, plastificada y propulsora del cambio climático que buscamos combatir con proyectos de consumo responsable y libre de empaques que lleven alimentos frescos y sanos a las mesas neoleonesas.
“Nuevo León enfrenta una sequía jamás vista y que no es justa, ya que mientras grandes industrias siguen trabajando sin afectación, colonias enteras se quedan por días o semanas sin el vital líquido y en otras colonias jamás hace falta. El gobierno presenta un plan a la población que asegura ‘garantizar’ el agua para todos, pero tememos que no pueda cumplir, porque nosotras, la ciudadanía, ya nos hemos quedado esperando el agua que no llega sino hasta días después. Esto hace que nuestros huertos, tanto los que tenemos en casa como los comunitarios, se queden en último plano. Muchas hemos optado por suspender la siembra… estamos solas en nuestro intento de hacer un cambio positivo por el planeta y nuestra comunidad”, mencionó Leslie Palacios, ciudadana de Guadalupe, Nuevo León.
Es importante destacar que la escasez de agua tiene dos causas claras y visibles. En primera instancia, el aumento de la temperatura global altera el comportamiento de los océanos y los ciclos de agua. En el último decenio, más del 90% de los grandes desastres naturales se produjeron a causa de inundaciones, tormentas, olas de calor, sequías y otros fenómenos meteorológicos, de acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres.
Se estima que por cada grado de calentamiento global, aproximadamente un 7% de la población mundial estará expuesta a una disminución de al menos 20% de los recursos hídricos renovables, de acuerdo con el Informe de políticas de ONU-AGUA sobre el Cambio Climático y el Agua de la organización Un Water.
Como segundo punto, la mala calidad, el acceso inequitativo, la construcción de infraestructura en áreas de recarga o conservación, e infraestructura deficiente en los sistemas de distribución de agua potable son algunos de los otros muchos factores que inciden en la escasez de agua en el norte del país.
“Necesitamos una distribución equitativa del agua potable y ver a este problema como un tema de justicia. Que no sean sólo los más ricos quienes tengan acceso al agua. Para ello, es necesario que el Congreso Federal emita una nueva Ley General de Aguas para que en todo el país se priorice el acceso al agua como un derecho humano para las personas. Por su parte, las ciudades deben integrar la gestión del agua con la preservación ambiental para mejorar la disponibilidad de agua a través de medidas específicas como la preservación de las zonas de valor ambiental; mejorar la infraestructura para la gestión del agua; la distribución equitativa de los beneficios económicos obtenidos por la actividad industrial, así como el reverdecimiento de las ciudades”, dijo Carlos Samayoa, campañista de agua de Greenpeace.
“Este problema es un círculo vicioso muy dañino para nuestra salud y la del planeta: las industrias que consumen el agua del país son también las que impulsan el modelo de producción y consumo en masa de alimentos ultraprocesados y plásticos de un solo uso que terminan contaminando, irónicamente, nuestros cuerpos de agua. A la vez, sin agua no puede haber huertos urbanos y requerimos de huertos para transitar hacia una agricultura ecológica que haga frente al cambio climático y brinde alternativas no industrializadas/ultraprocesadas a la ciudadanía”, concluyó Ornela Garelli, campañista de océanos sin plásticos de la misma organización.