México.- El Grupo Intersectorial de Salud, Alimentación, Medio Ambiente y Competitividad (Gisamac) considera que el sustento científico del impacto dañino del glifosato en la salud y el ambiente, implica la necesidad de establecer mecanismos y normativas adecuadas para restringir y, eventualmente, eliminar su uso.
Al mismo tiempo, favorece una agricultura sustentable agroecológica, de alimentos sanos y, por tanto, competitiva en los crecientes mercados de orgánicos y alimentos libres de agrotóxicos.
En 2019, la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (CIBIOGEM), del Gobierno de México, integró más de 150 estudios científicos sobre los efectos nocivos del glifosato.
Recientemente, se publicó una monografía con cerca de mil investigaciones arbitradas que refuerzan la conclusión de que el glifosato es nocivo para la salud y el ambiente.
El glifosato es el herbicida de amplio espectro más utilizado en el mundo, a pesar de que en 2015 fue reclasificado como probable carcinógeno para los humanos (Grupo 2A) por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, en inglés) de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Mayor incidencia de leucemia, melanoma y mieloma múltiple, son algunos de los males asociados a la exposición al glifosato. Se reportan también incrementos en mortalidad prematura por Parkinson, alteración metabólica de enzimas, disrupción hormonal, dificultades respiratorias, ataxia, convulsiones, depresión cardíaca, daño hepático, renal, dermatológico e inmunológico.
Contrario a la promoción inicial, el glifosato sí se acumula en suelos y sedimentos; su concentración aumenta en aguas superficiales y subterráneas y en ecosistemas marinos conforme se sigue usando.
Estudios recientes en México reportaron altas concentraciones de glifosato en la orina de niños y su presencia en nuestro alimento básico, el maíz, y por ende en nuestras tortillas.
Gisamac indicó que la evidencia científica de los daños sanitarios y ambientales asociados al glifosato, han llevado a diversos países y ciudades a disminuir o prohibir el uso de este agrotóxico: Australia, Inglaterra, Malasia, Alemania, Malta, Eslovenia, Suiza, Colombia, Austria, Malawi, Vietnam, Sri Lanka, Francia; Key West, Los Ángeles y Miami, en Estados Unidos; Vancouver y ocho provincias de Canadá; Kerala, Punjab, Maharashtra, Telangana y Andhra Pradesh, en India; Auckland y Christchurch en Nueva Zelanda.
Gisamac promueve que México se sume a estos países que han optado por el cuidado ambiental y la salud de sus habitantes, más que por el uso de agrotóxicos como el glifosato.
Además, el glifosato está asociado a la agricultura industrial de gran escala, causante de las mayores emisiones de gases con efecto invernadero, producción de alimentos poco saludables e impactos negativos en el ambiente.
Estos sistemas también promueven la emergencia de nuevas enfermedades. En los últimos 50 años, 300 nuevos patógenos y cerca del 70 por ciento de las pandemias virales pueden estar asociadas a la fragmentación de los ecosistemas naturales y a la alteración de los nichos ecológicos que, en gran medida, son efectos de la agricultura industrial extensiva.
Gisamac articula iniciativas del gobierno federal para fortalecer al sector agrícola campesino y a los pequeños productores, promoviendo la agroecología con insumos que no dañen el ambiente y la salud.
La FAO ha demostrado que este tipo de agricultura de pequeña escala y adaptada a condiciones locales, será la única capaz de producir suficientes alimentos sanos para la población humana sin continuar destruyendo el ambiente.
Síguenos en @PortAmbiental