Nairobi.- El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) reveló las zoonosis que surgieron o reaparecieron recientementeque están vinculadas a la actividad humana.
El brote de ébola en África occidental fue el resultado de la pérdida de bosques que condujo a contactos más cercanos entre la vida silvestre y los asentamientos humanos; la aparición de la gripe aviar se vinculó a la avicultura intensiva, y el virus Nipah estaba relacionado con la intensificación de la cría de cerdos y la producción de frutas en Malasia.
Los científicos y especialistas de Pnuma han estado reuniendo los últimos datos científicos sobre el coronavirus y establecen que si bien aún no se ha descubierto el origen del brote y su vía de transmisión, hay seis puntos importantes que consideran vale la pena dar a conocer:
El primero, es la interacción de los humanos o el ganado con la vida silvestre los expone al riesgo de propagación de patógenos potenciales; para muchas zoonosis, el ganado sirve como un puente epidemiológico entre la vida silvestre y las infecciones humanas.
Como segundo punto, los impulsores de la aparición de enfermedades zoonóticas son los cambios en el medio ambiente, generalmente como resultado de actividades humanas, que van desde cambios en el uso del suelo hasta climáticos; cambios en animales o huéspedes humanos, y en los patógenos, que siempre evolucionan para explotar nuevos huéspedes.
En el tercer punto, los virus asociados con los murciélagos surgieron debido a la pérdida del hábitat del mamífero, debido a la deforestación y la expansión agrícola. Los murciélagos juegan un papel importante en los ecosistemas al ser polinizadores nocturnos y comer insectos.
Como cuarto, la integridad del ecosistema subraya la salud y el desarrollo humanos. Los cambios ambientales inducidos por el ser humano modifican la estructura de la población de vida silvestre y reducen la biodiversidad, lo que resulta en nuevas condiciones ambientales que favorecen a los huéspedes, vectores y / o patógenos particulares.
En el quinto lugar, la integridad del ecosistema puede ayudar a regular las enfermedades al apoyar una diversidad de especies para que sea más difícil que un patógeno se extienda, amplifique o domine.
Y por último, indica que es imposible predecir de dónde vendrá el próximo brote o cuándo será. La evidencia creciente sugiere que los brotes o enfermedades epidémicas pueden volverse más frecuentes a medida que el clima continúa cambiando.
“Nunca antes habían existido tantas oportunidades para que los patógenos pasen de los animales salvajes y domésticos a las personas”, afirma Inter Andersen, directora ejecutiva del Pnuma.
“Nuestra continua erosión de los espacios salvajes nos ha acercado incómodamente a animales y plantas que albergan enfermedades que pueden pasar a los humanos”, agrega.
Andersen reitera que la naturaleza está en crisis, amenazada por la biodiversidad y la pérdida de hábitat, el calentamiento global y la contaminación tóxica, por lo que no actuar es fallarle a la humanidad.
“Abordar la nueva pandemia de coronavirus (COVID-19) y protegernos de futuras amenazas mundiales requiere un manejo sólido de los desechos médicos y químicos peligrosos; administración sólida y global de la naturaleza y la biodiversidad, y un claro compromiso de “reconstruir mejor”, crear empleos verdes y facilitar la transición a economías neutras en carbono.
"La humanidad depende de la acción ahora para un futuro resistente y sostenible”, concluye.
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