El autoconsumo es una forma de generación de energía que cada vez tiene mayor presencia en las casas de las personas, pues se ha convertido en una alternativa muy cómoda ante las crisis de la inflación de las tarifas del mercado energético y el cambio climático al mismo tiempo.
Estos sistemas se encargan de autoabastecer a las personas de un suministro de energía térmica y eléctrica, la cual se obtiene mediante la transformación de fuentes de energía a las que la gran mayoría tiene acceso, como por ejemplo la fuerza del viento o la corriente del agua, sin embargo la más utilizada es la radiación solar.
Existen distintos tipos de sistemas de autoconsumo que aprovechan la radiación solar, pero de forma general los podemos clasificar en dos grupos, de acuerdo a si se conectan a un proveedor externo o si suministran energía a una sola vivienda o un grupo.
La primera clasificación se refiere a si el sistema de autoconsumo está conectado a la red de distribución de una compañía o no, esto dependerá de su capacidad de generación de energía, aunque puede ser recomendable mantenerse conectados, pues a pesar de averías o de situaciones fuera de nuestro control que impidan que se genere la cantidad de energía necesaria, la vivienda nunca se quedará sin suministro.
Además si se genera una mayor cantidad de energía de la que se requiere, este excedente puede ser vendido al proveedor con lo que se rentabiliza la instalación.
En la segunda clasificación nos encontramos a sistemas que son capaces de suministrar energía a un grupo de viviendas o tan solo a una, los primeros suelen ser menos frecuentes de instalar, pues la medición de consumo de cada vivienda puede convertirse en una tarea complicada, a pesar de eso son utilizados en fraccionamientos o conjuntos habitacionales para alimentar las áreas comunes.
El funcionamiento del autoconsumo puede parecer complejo, pero una vez que entendamos algunos conceptos básicos nos podremos dar cuenta de que se trata de un proceso bastante sencillo, para ello a continuación se presentarán los elementos básicos que se requieren así como su función:
- Placas solares: Son las encargadas de transformar la radiación del sol en energía eléctrica, a través de un proceso en el que los elementos que las componen liberan electrones al momento de captar los rayos del sol, momento en el cual se produce electricidad que se envía
- Inversor fotovoltaico: Es un convertidor de corriente, que transforma la energía producida por las placas en una útil para el uso diario, también ayuda a optimizar la producción de energía al obtener el máximo rendimiento de cada placa.
- Soportes y cableado: Aunque puedan parecer elementos obvios o sin mucha importancia la realidad es otra, pues son los encargados de mantener los paneles en la posición apropiada y de transportar la energía por toda la vivienda, por lo que deben ser resistentes a distintas condiciones de temperatura, humedad y adecuarse al voltaje que se produce.
- Baterias: Un elemento sin el cual la energía que se produce no podría almacenarse y tendría que utilizarse al momento, haciendo obsoleto el sistema por las noches o días muy nublados.
Estos son los elementos básicos para el funcionamiento de un sistema de autoconsumo, sin embargo gracias al avance de la tecnología se han agregado o mejorado algunos de estos elementos, por ejemplo a través del internet de las cosas, la inteligencia artificial y el big data, es posible contar con soportes móviles que de acuerdo a las condiciones de cada día orientan los paneles hacia la posición en la que mejor rendimiento tendrían.
Estamos viviendo una época de transición hacia una donde la conciencia de nuestro impacto en el planeta se mantiene presente en todo momento y actividad que realizamos, buscando continuamente formas para disminuir las consecuencias negativas y donde la tecnología juega un papel fundamental pues nos permitirá encaminar la forma en producimos energía hacia métodos más eficaces, accesibles y limpios.