Venecia, Italia.- Chile sumerge Venecia en el corazón de las turberas de la Patagonia, unos humedales especiales que son un tesoro natural de valor incalculable y al que los seres humanos no siempre prestan la atención necesaria, pero que debe ser preservado por el bien del planeta.
"El pabellón de Chile es un viaje al corazón de las turberas", explica su comisaria, Camila Marambio.
La propuesta chilena para la 59ª edición de la Bienal de Arte de la ciudad de los canales, que abrirá al público el próximo sábado, es un proyecto que destaca la importancia de cuidar estos humedales, considerados entre los ecosistemas más preciados del planeta.
Un tesoro natural
"Las turberas de la Patagonia, a pesar de suponer el 3% de las globales, son de las más saludables que hay en el planeta y capturan más carbono que todos los bosques, por lo menos de Sudamérica. Son unos ecosistemas vitales para la atmósfera planetaria", sostiene Marambio.
La curadora destaca que son "un tesoro infravalorado", porque se encuentran bajo tierra, la gente no las ve y no termina de entender bien su función: su propuesta intenta cambiar esto y explicar a los visitantes de este evento, de importancia internacional, por qué "son actores principales en la mitigación del cambio climático".
Las turberas son un tipo de humedal en los que se produce y acumula materia orgánica en semidescomposición, llamada turba, y cuentan con un enorme potencial de almacenamiento de carbono en sus profundas capas de materia orgánica inalterada, por lo que resultan esenciales para luchar contra el cambio climático.
Bajo el nombre "Turba Tol Hol-Hol Tol" -construido a partir de la palabra "Tol" (corazón en Selk’nam) y "Hol-Hol" (turbera)-, los creadores e investigadores Carla Machiavello, Ariel Bustamente, Alfredo Thiermann y Dominga Sotomayor, y el gestor Juan Pablo Vergara, han plantado en Venecia un "pedacito" de esta joya natural.
Un musgo que hay que cuidar
Y es que el pabellón riega y cuida cada día un trozo de musgo característico de las turberas, que tiene una belleza despampanante y que transmite al espectador la responsabilidad que el mundo tiene con este elemento de la naturaleza, que capta el carbono de la atmósfera y lo almacena en sus profundas capas de materia orgánica inalterada.
Grupos de ocho personas entran en un pabellón a oscuras y, sentados en el suelo, viven una experiencia sensorial: huelen las turberas, escuchan el sonido del agua y ven su funcionamiento gracias a una película rodada con una cámara que se introduce en el subsuelo "para tocar y deleitarse de toda esa masa contenedora de carbono que se llama turba", en palabras de la curadora.
Después de quince minutos, las luces del pabellón se encienden y los visitantes descubren que están rodeados de ese musgo, de un verde vivo, sobre el que pueden pasear gracias a una rampa colocada para la ocasión.
El objetivo de "Turba Tol" es remediar la escasa atención pública que existe hacia las turberas y llamar la atención de la necesidad de que sean estudiadas por la ciencia.
Homenaje al ecofeminismo
La propuesta se completa con un libro que recoge los pensamientos y los escritos de un conjunto de mujeres de distintos países de América Latina que en los años 50 y 60 ya demostraron tener "una visión ecofeminista" del mundo, un homenaje a "las voces de estas madres y abuelas" que se adelantaron a los problemas de la actualidad, según Marambio.
Chile ha participado oficialmente en la Bienal de Arte de Venecia desde 2001. Su presencia está organizada por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio y la Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile.
La 59ª Bienal de Arte de Venecia lleva por título "The Milk of Dreams" ("La leche de los sueños") y propone un viaje entre lo humano y lo onírico en un homenaje al libro del mismo nombre de la artista británica Leonora Carrington (1917-2011), en el que plasmó sus visiones más intimas, los cuentos imaginados para sus hijos en el México donde pasó buena parte de su vida tras emigrar allí en los años 50.