Los problemas actuales de contaminación de aguas, escasez de alimentos y recuperación de suelos encuentran una solución en lo que ha sido considerado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y por miles de científicos de todo el mundo como el alimento del futuro: las microalgas; por ello, en la lucha por revertir el cambio climático y mejorar la vida, cultivar estas plantas “es una valiosísima alternativa que debemos seguir investigando”, aseguró la doctora Mónica Rodríguez Palacio.
La profesora del Departamento de Hidrobiología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) dijo que se trata de microorganismos presentes en casi todos los cuerpos de agua del planeta, cuya altísima tasa reproductiva permite obtener beneficios relacionados sobre todo con la captación de dióxido de carbono (CO2) –uno de los principales gases de efecto invernadero– y su transformación en oxígeno, aunque también destaca su eficiencia en la remoción de fósforo y nitrógeno de aguas residuales.
Por ello, la doctora Rodríguez Palacio junto con un equipo de investigadores de la UAM se han enfocado en recopilar muestras de algas de diferentes regiones de México, alcanzando una colección de más de 400 cepas que se encuentran en el Laboratorio de Ficología Aplicada de la Unidad Iztapalapa –incluso albergan algunas de otros países como resguardo e intercambio académico– abierta para alumnos que realizan diferentes estudios específicos sobre el tema.
Algunas se usan en tratamiento de aguas contaminadas y residuales, pues para las microalgas se trata de una fuente de nutrientes, aunque en la actualidad el enfoque prioritario que se le da es de tipo alimentario por constituir una fuente elevada de proteína; también son utilizadas como biofertilizante, ya que las cianobacterias filtran nitrógeno atmosférico y lo hacen disponible para las plantas, dando resultados positivos como los obtenidos en el cultivo de maíz azul y hortalizas.
De hecho, la Unidad Iztapalapa de la UAM tiene en puerta diferentes convenios con comunidades indígenas en Oaxaca para llevar reactores de algas que sirvan como fuente de biofertilizantes, porque optimizan de manera considerable la calidad del suelo y del producto final, ya que no sólo aumentan su tamaño, sino que mejoran en cuanto a nutrientes, además de que su impacto ambiental es positivo, superando por mucho los efectos de un abono químico.
Mientras que la tercera gran oportunidad de aprovechamiento está en los biocombustibles, aunque en este campo todavía existen cuellos de botella por superar, como la extracción precisa de biodiésel que aún requiere altos costos de producción, explicó la doctora Rodríguez Palacio durante el conversatorio Tan Claro como el Agua.
Por ello, estos extraordinarios microrganismos fotosintéticos son el sustento de la vida y “una de las razones biológicas por las cuales estamos vivos”, añadió el ingeniero en Bioquímica Jonathan Uvera, egresado de la Unidad Iztapalapa de la UAM, quien ha impulsado el desarrollo tecnológico a partir del diseño de biorreactores bajo sistemas de sensores.
Tal es el caso del Biofiltro de CO2 de uso doméstico, el cual funciona a partir de sistemas de aireación e iluminación que ayudan a las microalgas que habitan en el contenedor y capturan ese gas de la atmósfera para transformarlo en oxígeno, pero además el agua que las contiene resulta en un fertilizante concentrado que aporta una gran cantidad de nutrientes que pueden ser de gran valor para las plantas del hogar.
La idea es que el usuario –que quizá nunca ha tenido nada que ver con las microalgas– pueda tenerlo y darle mantenimiento simple en su casa y verse beneficiado con la purificación del aire, mientras se genera un fertilizante natural del cual por cada litro que se extrae puede diluirse en tres litros más de agua, lo que da un total de 200 litros al año.
Para su correcto funcionamiento, subrayó el también maestro en Diseño Industrial, el usuario puede conectarse a él a través de su teléfono celular y programarlo para mantenerlo 12 horas con la luz encendida y 12 horas en oscuridad, mientras que la aireación es independiente para que la microalga se mantenga en constante movimiento.
“Nuestro futuro fotosintético es asombroso porque las microalgas son uno de los sustentos básicos actuales de la vida, gracias a que producen más de 60 por ciento del oxígeno a nivel mundial y, por ello, es importante seguir investigándolas y generar tecnologías”, dijo el investigador y diseñador.
Uvera, quien fuera finalista en el Premio Nacional de Diseño “Diseña México 2021”, con este fotorreactor para uso en interiores, trabaja en otro equipo que pueda tenerse en las cocinas para abastecimiento de biomasa, una fuente relevante de alimento.