Bruselas.- Omnipresente en los objetos cotidianos, desde, el teléfono a los electrodomésticos, el plástico es un material problemático que "simboliza nuestro estilo de vida actual", y que es preciso convertir en un componente sostenible y circular, según el director de Zero Waste Europe, Joan Marc Simon.
"El plástico es un catalizador del sistema actual, en el sentido de que se hace con petróleo y se utiliza para casi todas las aplicaciones que tenemos. Simboliza nuestro estilo de vida actual", explica Simon en una entrevista con Efe con motivo del Día de la Tierra.
El director de Zero Waste Europe (Cero Desechos Europa) considera que el plástico "continuará con nosotros por mucho tiempo" porque "más del 15 % del peso de un coche es plástico, los aviones se hacen de plástico y nuestras casas tienen plástico". Y eso no es malo, porque en esos sectores se suele utilizar material de alta calidad.
"Lo que va a cambiar, y lo que tiene que cambiar, es el uso que hacemos del plástico (...). Hay que aprender a utilizar los recursos. El plástico no es que sea malo, es que lo estamos utilizando muy mal. Se trata de encontrar la manera de beneficiarnos de lo bueno del plástico sin tener que continuar extrayendo petróleo y contaminando el planeta", resume Simon.
Plástico bueno y basura local
La Comisión Europea, que ya generó la vigente normativa que prohíbe los plásticos de un solo uso en bolsas de supermercado o pajitas, aspira a que todos los envases de plástico comercializados en la UE en 2030 sean reciclables.
Se trata de un objetivo ambicioso que, según un informe del Tribunal de Cuentas de la UE publicado el pasado octubre, no se podrá alcanzar si los legisladores europeos no dan un volantazo rápido.
Esa auditoría, que alertaba también de que la falta de control en esa actividad beneficia el tráfico ilegal y el lavado de dinero, señalaba que el bloque comunitario necesita doblar su capacidad de reciclar plástico y eliminar los de menor calidad para cumplir en 2030.
Es la misma línea de pensamiento que defiende Zero Waste Europe, que ha promovido un manifiesto contra la exportación de residuos plásticos que apoyan 61 ONGs y sus filiales nacionales y que suscriben también 33 europarlamentarios, esencialmente diputados del grupo ecologista aunque también firman algunos diputados socialdemócratas, como el español César Luena, y de izquierda, como el alemán Günther Sidl.
El texto reclama una actualización de la normativa comunitaria de exportación de residuos, que actualmente revisa la Comisión Europea, y pide que se endurezca también la exportación de deshechos plásticos tanto de la UE hacia terceros países como dentro de la propia Unión Europea, donde la basura suele fluir de los estados ricos del norte hacia los pobres del sur.
"Pedimos que se regule mucho más la exportación de plástico dentro de la UE", subraya Simón, al frente de una ONG que defiende que "el plástico, y los residuos en general, se tienen que gestionar siguiendo el principio de proximidad".
En 2019, la UE exportaba mensualmente una media de 150 mil toneladas de residuos de plástico más allá de sus fronteras, basura en ocasiones tóxica que se suele perder de vista y que, en ocasiones, genera redes de tráfico ilegal de residuos difíciles de controlar.
El plástico europeo "es un residuo que se tiene que reciclar en Europa. La exportación de plástico que no es reciclable, y la mayoría no tiene un valor porque si no se quedaría en Europa, se tiene que acabar", dice Simon, que reclama "plástico de mayor calidad, más seguro para nosotros y para los recicladores y que se pueda reintroducir (en la economía) de una manera circular".
"Todo lo que no sea reciclable no debería ponerse en el mercado. Y todo lo que se ponga en el mercado debería de ser reutilizable", concluye.