Ginebra.- La directora del departamento de Salud Pública y Medio Ambiente la Organización Mundial de la Salud (OMS), María Neira, muestra sus expectativas de cara al encuentro y recuerda los efectos que el cambio climático tiene no sólo en la naturaleza, sino en nuestro propio organismo.
PREGUNTA: ¿Qué espera la OMS de la próxima Cumbre del Clima en Madrid?
RESPUESTA: Cuando la gente piense en ella no sólo debe acordarse del Acuerdo de París, sino también de nuestros pulmones. No sólo hay que pensar que estamos destruyendo el planeta, sino que también nos estamos cargando nuestra salud. Deben tomarse medidas para acabar con esa contaminación, con este consumo agresivo que está destruyendo todo lo que nos rodea, y hay que poner en marcha un desarrollo sostenible que va a ser muy favorable para la economía de todos los países.
Está muy demostrado que los países más ricos, como los escandinavos, son los que menos contaminan. Uno de los mensajes de la OMS en la cumbre será mostrar los beneficios económicos de luchar contra el cambio climático al reducir las hospitalizaciones y por lo tanto el gasto en el sistema sanitario.
P: ¿Es posible proyectar el daño adicional a la salud humana que ha causado el incumplimiento de los compromisos de reducción de emisiones que se adquirieron en el Acuerdo de París?
R: Lo que sí podemos decir es que si se ejecutaran ahora mismo todos esos compromisos que se tomaron en el Acuerdo de París más de un millón de vidas al año podrían ser salvadas. Todas las acciones que se toman para reducir el cambio climático son acciones de sentido común que van a tener una repercusión muy positiva en la salud, para evitar riesgos ambientales que ahora mismo representan más de 12 millones de muertos anuales.
P: ¿Y cuáles son esas acciones concretas para salvar vidas?
R: Por ejemplo, reducir el uso de combustibles fósiles reduce la contaminación del aire, causante de siete millones de muertes prematuras anuales. Toda medida para promover las energías limpias no contaminantes va a producir beneficios enormes para la salud. También medidas para la reducción del tráfico, que favorecen una vida menos sedentaria y van a tener un impacto muy positivo en las enfermedades crónicas.
P: Un estudio en el Reino Unido relaciona las nanopartículas generadas por la combustión en los vehículos con el cáncer del cerebro. ¿Es un resultado que puede concordar con la evidencia científica de la que ya se dispone?
R: Esas partículas en suspensión, tóxicas y que vienen de los vehículos, del uso de combustibles sólidos en la calefacción, entran en nuestro sistema respiratorio, pero no se quedan ahí porque son muy pequeñas, llegan a la circulación sanguínea y de ahí pueden llegar a cualquier parte de nuestro organismo y obviamente el cerebro no va a estar protegido.
Tenemos evidencia de algunas enfermedades degenerativas como la demencia o el alzheimer que tienen relación con esta exposición a las partículas contaminantes y ahora ese estudio ha evidenciado que también hay raros tumores cerebrales en los que esas nanopartículas tienen influencia. Como sociedad estamos poniendo en riesgo nuestra capacidad de desarrollar el cerebro, sobre todo si esa exposición ocurre ya en niños muy pequeños.
P: ¿En qué medida ha aumentado la producción de partículas en el aire en el último medio siglo y cómo se ha visto reflejado en la evolución de ciertas enfermedades?
R: Depende del continente: por ejemplo, en Europa la contaminación ha disminuido, todos recordamos aquellas imágenes de Londres totalmente envuelto en "niebla". Sin embargo, en Asia y en África los niveles están aumentando precisamente por el desarrollo industrial que están teniendo y que desafortunadamente se hace sin tener en cuenta ese impacto.
Podrían haber copiado los modelos que tenemos ahora, donde hemos aprendido a seguir creciendo económicamente sin destruir ni nuestros pulmones ni nuestro medio ambiente, pero hay países que todavía creen que el desarrollo económico tiene que significar destruirlos, una estrategia totalmente equivocada.
P: La marea alta recientemente registrada en Venecia ha recordado el impacto que puede tener la subida del mar que podría causar el cambio climático, ¿está ocurriendo también en otros lugares?
R: Aumenta en general la incidencia de los desastres globales: inundaciones, fuegos incontrolados, sequías... creo que está ya bastante demostrado, y vemos el impacto de ello en la salud, en poblaciones pobres que tienen menos capacidad de adaptación y pierden sus recursos naturales, sus cosechas o sus fuentes de agua, también impacta en que mosquitos transmisores de enfermedades como malaria o dengue están encontrando condiciones más favorables para reproducirse porque la temperatura es más alta.
P: La industria aérea admite que observa en la demanda el "efecto Greta" o "la vergüenza de viajar". ¿Cree que, en vista de la urgencia climática, este enfoque individual es razonable?
R: Es la suma de medidas individuales la que va a generar sobre todo un cambio, y ese cambio puede venir de la presión que como individuos podamos poner en los que toman decisiones. Presionemos en que se tomen medidas para avanzar en una política de acceso a las energías renovables, por ejemplo en España, un país que podría tener energías limpias al alcance de todo el mundo.
Es bueno que se sensibilice la población, que entendamos que así no podemos seguir, pero sin caer en lo apocalíptico, en esa "ansiedad climática" que algunos están empezando a tener.
P: Hay temor a una posible nueva crisis económica, ¿en ella la sensibilización sobre el cambio climático puede caer a un segundo plano?
R: Eso sería muy equivocado porque precisamente cuando se avecinan crisis económicas es cuando hay que tomar decisiones más estratégicas para proteger el bienestar social y la economía de un país, y en ese sentido aquel país que tenga una política energética inteligente, que no contamine y sostenible, va a salir ganador.