Bruselas.- El Gobierno de Bélgica anunció un plan para mantener como estaba previsto en 2025 el cierre de las centrales nucleares, que representan el 50% del "mix" energético, pero reservándose el derecho de recurrir a la energía atómica en caso de que la seguridad de suministro se vea amenazada.
El Ejecutivo federal, una coalición de siete partidos en la que las carteras de Energía y Medioambiente recaen en los ecologistas, llegó a un acuerdo sobre el espinoso dosier que contempla dos escenarios.
El primero, el A, es el plan que quiere privilegiar el Gobierno del liberal flamenco Alexander de Croo y contempla el abandono de la energía nuclear en 2025, como está previsto en la legislación desde 2002, pero destina 100 millones de euros a inversiones en nuevas tecnologías nucleares.
La energía atómica sería sustituida por centrales de gas, lo que acarrea un nuevo obstáculo en un asunto que lleva dos décadas de discusión, pues no hay acuerdo sobre dónde instalar las nuevas plantas para quemar hidrocarburos.
Las autoridades federales y regionales seguirán trabajando en las próximas semanas para encontrar una solución en ese punto.
Existe además un problema, pues a un consumo energético constante, las centrales de gas aumentarán las emisiones de CO2 de Bélgica, lo que alejaría aún más a ese país centroeuropeo del objetivo de la UE de reducir los gases de efecto invernadero en 2030 un 55% respecto a 1990.
El segundo escenario, al que el Gobierno no cierra la puerta, pasa por prolongar la vida de algunos reactores nucleares si peligrase el abastecimiento energético, circunstancia que en el seno del gobierno celebran los liberales francófonos, opuestos al cierre de las plantas atómicas.
"Se ha elegido reforzar el escenario A", ha dicho en rueda de prensa el primer ministro, quien ha explicado que al mismo tiempo el Ejecutivo se dota de una "red de seguridad" sobre una posible prolongación porque "no hacerlo no sería inteligente".
La industria nuclear, por su parte, lleva tiempo pidiendo al Ejecutivo que concrete un plan y aporte certidumbre para poder planear las inversiones necesarias en caso de que se pretenda alargar la vida de los reactores.
El plan nuclear anunciado se inspira en el pacto de Gobierno, que también dejaba abierta la puerta a retrasar la jubilación de los reactores y señalaba que elaboraría un estudio sobre seguridad energética en Bélgica para ver si era necesario ajustar "el calendario legal".
Bélgica cuenta con siete reactores nucleares repartidos en dos centrales, Tihange (suroeste) y Doel (noreste) con una potencia de 2 mil 900 y 3 mil megavatios eléctricos (MWe), respectivamente, que en 2019 generaron el 48.8% de la electricidad del país.
Los tres reactores de Tihange y los cuatro de Doel se construyeron entre 1975 y 1985 y, salvo prolongaciones, se irán clausurando definitivamente entre 2022 y 2025.
El debate nuclear belga ha estado alimentado ya por sobresaltos, como las microfisuras detectadas desde 2012 en edificios anexos a varios de sus reactores que han llevado al país a detener durante años parte de su generación.
El debate nuclear en Bélgica transcurre en paralelo al que afecta al conjunto de la Unión Europea, donde algunos países, con Francia a la cabeza, consideran esa fuente de generación sin CO2 una herramienta esencial para descarbonizar la economía.
Otros, liderados por Alemania, son contrarios a la nuclear porque precisa de materias primas que se también se importan y genera residuos radiactivos y problemas de seguridad, por lo que prefieren confiar en un combustible fósil como el gas para la transición hasta que las fuentes renovables dominen la generación.