México.- Antonio Suárez, presidente del Grupo Mar, al firmar su adhesión al Pacto Mundial México de las Naciones Unidas, pidió combatir la contaminación de los mares, pero no tanto la plástica, sino la de alta tecnología, que inunda de balsas de plástico los océanos y por medio de GPS “cosechan” peces jóvenes, con un promedio de 10 kilogramos cada uno, “cuando nosotros pescamos individuos adultos”, con un peso promedio de 45 kilogramos.
“Son tecnologías que se usan para saciar la voracidad de las empresas, pero es urgente regular sobre todo el uso de las balsas plásticas”, sostuvo durante el acto protocolario celebrado en la sala “Mario Molina” del Centro de las Naciones Unidas, en la Ciudad de México.
Al sumarse a la red de la ONU, con lo cual la empresa se compromete a cumplir con diez protocolos en materia de derechos humanos, laborales y ambientales, así como a combatir la corrupción, Suárez dijo que es un honor pertenecer a una red que busca lograr un mundo mejor.
El Pacto Mundial de la ONU agrupa a 14 mil 500 miembros, de los cuales tres mil son organizaciones de la sociedad civil. Entre las empresas adheridas, el 28 por ciento se encuentra en la lista de las 500 más importantes elaborada por la revista Fortune. En México suman 600 los integrantes, entre academia, empresas, organizaciones y gobierno.
Las metas principales son transitar a modelos sustentables alineados con los Objetivos para el Desarrollo Sustentable planteados para el año 2030, por lo cual es urgente actuar porque los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes, dijo Adriana Prieto, representante en México del Pacto Mundial de la ONU.
El empresario Antonio Suárez señaló que representa a la primera empresa pesquera que se suma a este Pacto y “no nos costará trabajo hacerlo, porque desde hace 50 años trabajamos con un compromiso de sostenibilidad que se refleja, avalada por el estándar más riguroso que existe en la actualidad, y por el uso de materias primas sostenibles”.
En 30 años de dedicarnos al atún, “hemos pasado por embargos políticos, económicos y ambientales y hemos ganado las disputas a los Estados Unidos, a veces junto con el gobierno y en otras ocasiones solos. Una y otra vez demostramos que no sólo no maltratamos a los delfines, sino que los cuidamos”.
En la actualidad, para combatir a los falsos ecologistas, se realiza un estudio que tendrá un costo de alrededor de tres millones de dólares –de los cuales aportaremos 800 mil-, para demostrar que nuestra actividad no estresa a los delfines, señaló Suárez.
Tras definirse como un empresario de centro-izquierda -“no creo en el comunismo, porque es una utopía y termina por ser un sistema explotador”-, mencionó que su empresa asumió un compromiso desde hace muchos años para proveer al país de una alimentación de la más alta calidad que ayude a erradicar la obesidad, principalmente la infantil, y evitar enfermedades como diabetes, hipertensión o dolencias cardiacas.
“Pasar por la vida sin aportar nada es lo más mezquino que puede haber, y si actuamos así no seremos felices ni construiremos un mundo mejor”, continuó. “si tenemos diferencias con los gobiernos que llegan, hay que alinearse con el país; es el momento en que los mexicanos debemos estar unidos”.
“Un país sin crecimiento, con altos índices de pobreza, con inseguridad creciente, no va por buen camino; un país que depende del petróleo y de los combustibles fósiles, tampoco va por buen camino, como tampoco una nación que exporta mucho, pero importa más”, agregó.
Dijo que están comprometidos a combatir las diferencias entre las brechas económicas, particularmente en México, que limitan las oportunidades y necesidades básicas para millones de personas; con el empoderamiento de la mujer y la erradicación de las diferencias de género.
La pesca ilegal, un azote
Respecto a la pesca ilegal consideró que es un azote, por lo cual hay que impedirla, se debe perseguir; “es lesiva y desordenada. No podemos permitir que el mundo siga por el mal camino”.
Sobre el crimen organizado, estimó que afecta a los pequeños productores, a los pescadores ribereños, a quienes están cobrando el llamado “derecho de mar”, aunque también se han infiltrado las mafias en casos como el de la totoaba, que es capturada para despojarla de su vejiga natatoria, a la cual en el oriente atribuyen efectos afrodisíacos y ha alcanzado precios exorbitantes.
Deploró la existencia y el uso de seudoecologistas para imponer normas no arancelarias a la venta de productos de pesquería en muchos países, lo que sería equivalente a cobrar un derecho de piso, pero con etiqueta ecologista.
Finalmente, reiteró el compromiso de su empresa para proteger el entorno marino, y que sus productos y procesos de pesca estén certificados por organismos internacionales, con los más altos estándares de sostenibilidad, además de reducir el impacto ambiental al apostar por la economía circular y consumo responsable.