Ciudad de México.- Apicultores y apicultoras del estado de Yucatán expresaron su indignación ante la deshonesta campaña de la empresa Kekén que pretende ocultar la destrucción de los recursos naturales del estado que realiza cotidianamente detrás de la fachada de promotora de la apicultura, señaló Greenpeace México.
La empresa afirma que la miel producida en apiarios ubicados dentro de la megagranja de Kinchil es de alta calidad, y hasta obtiene premios nacionales.
Sin embargo, la apicultura está siendo afectada por la presencia de granjas en la región. Testimonios de apicultores de los municipios de Maxcanú y Kinchil muestran que los apiarios ubicados en áreas cercanas a las granjas (hasta a 2 km de distancia) presentan colmenas con poblaciones de abejas débiles y más bajas que los apiarios en otras zonas.
Además, el establecimiento de granjas porcícolas y avícolas fomenta la deforestación a gran escala y el deterioro de las selvas y cuerpos de agua a su alrededor, la gran mayoría de forma ilegal al no contar de manera previa con las correspondientes autorizaciones de cambio de uso de suelo en terrenos forestales y de impacto ambiental por parte de la Semarnat, lo cual afecta la apicultura establecida en la zona.
El ejemplo más reciente es el de una granja de la empresa Crío en las afueras de Kinchil, en donde se han deforestado más de 200 hectáreas en una zona con presencia de apiarios. La apicultura no puede coexistir con sistemas de producción agroindustriales.
Apicultores y apicultoras de Yucatán ven amenazada la producción de miel orgánica. Las organizaciones certificadoras les informaron que no podrán certificar como orgánico ningún apiario que esté a menos de 3 kilómetros de distancia de alguna granja. Han retirado la certificación a apicultores en Maxcanú, y están recomendando a apicultores de todo el estado que muevan sus apiarios para que no pierdan la certificación.
Estas organizaciones verifican el cumplimiento de diversas normativas de producción orgánica, como la Ley de Producción Orgánica y sus reglamento y lineamientos; y la norma Certimex que es equivalente a la norma europea. Los requisitos de USDA-NOP son más estrictos, ya que establecen como obligatorio que haya 6 kilómetros de distancia entre apiarios orgánicos y posibles fuentes de contaminación, como las granjas.
Es lamentable que el apiario de la granja de Kekén en Kinchil, que se afirma “asegurará la sustentabilidad de la granja por varias generaciones, a través de prácticas innovadoras y amigables con el medio ambiente”, haya sido reconocido por Buenas Prácticas Pecuarias de Producción de Miel por la Coordinación General de Ganadería de la Sader, a través de María del Refugio Medina Juárez, representante de esta instancia en Yucatán. Mientras que las normativas nacionales e internacionales para la apicultura orgánica y los organismos de certificación requieren que los apiarios deben ubicarse a más de 3 km de distancia de las granjas, la Sader premia a un apiario que se encuentra dentro de una granja.
Greenpeace dijo que esta posición de la Sader entra en contradicción con el trabajo que ha hecho la Semarnat en el estado para frenar la contaminación y la operación ilegal de granjas porcícolas.
La organización afirma que las autoridades estatales y municipales, además de la Sader, han jugado un papel lamentable ante la evidente destrucción que estas granjas están dejando en el estado. Las autoridades estatales, especialmente la Secretaría de Desarrollo Sustentable, insisten en promover la operación de granjas en áreas muy vulnerables como la zona conocida como el anillo de cenotes, en donde la altísima contaminación del agua ha sido incluso señalada por Conagua.
En un estudio realizado por comités comunitarios de calidad del agua, auspiciados por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), se encontró que las muestras de agua que se tomaron en 8 ocasiones durante el año 2022, en cuerpos de agua y pozos cercanos a las grandes granjas de Kekén en Kinchil y en Maxcanú, alcanzaron el grado más alto y peligroso, considerado “Inseguro”, de coliformes fecales (igual o mayor a 100 NMP por cada 100 ml).
La única fuente cercana de coliformes en esa zona, son las granjas de cerdos de KEKÉN, del grupo KUO y el grupo MOBA, las cuales están afectando cada vez más los cuerpos de agua; agua que se había mantenido libre de contaminación durante mucho tiempo hasta la instalación de dichas granjas, sin dejar de señalar la terrible pestilencia y la infestación de moscas que hay en las poblaciones cercanas a las granjas, representando también un problema de salud pública.
Los presidentes municipales, en lugar de velar por el bienestar de sus poblaciones, permiten la instalación de estas granjas y se prestan a legitimar la presencia de la empresa Kekén a través de programas “sociales”, como los talleres apícolas o de urdido de hamacas que se ofrecen en Kinchil y Maxcanú.
La sociedad yucateca y las diferentes instancias de gobierno no deben cerrar los ojos ante los graves daños que Kekén, y las granjas en general, están provocando en el estado, afectando el agua, el aire y la salud. Las y los apicultores rechazan la manipulación que la empresa Kekén está intentando al presentarse como una empresa que promueve el cuidado del medio ambiente.
La organización exige a las autoridades federales, estatales y municipales de Yucatán que garanticen un estado de derecho y el respeto a los derechos humanos, a la salud, al medio ambiente sano, al agua, al territorio y a la vivienda digna, en favor de las y los apicultores y las comunidades que están siendo afectadas por la presencia de las granjas en el territorio.