Roma.- El Papa advirtió de que el daño que la humanidad está haciendo al planeta ya no se limita al clima, al agua y al suelo, "sino que ahora amenaza la vida misma en la Tierra" y, ante esto, "no basta con repetir declaraciones que nos hacen sentir bien".
El papa Francisco intervino en la inauguración del ciclo de estudios en la Universidad Pontifica Lateranense de Roma dedicado al "Cuidado de nuestra casa común y protección de la creación" y a la cátedra Unesco "Futuros de la educación para la sostenibilidad".
"La complejidad de la crisis ecológica exige responsabilidad, concreción y competencia", dijo por lo que la Universidad es "un lugar privilegiado para la formación y preparación, donde confluyen diferentes conocimientos, donde alumnos y profesores se reúnen para reflexionar y desarrollar creativamente nuevas formas de avanzar".
El pontífice lamentó que "las expectativas vinculadas a los objetivos de desarrollo sostenible que deben alcanzarse de aquí a 2030, junto con los objetivos más específicos vinculados a la protección del aire, el agua, el clima o el medio ambiente, están retrocediendo",
Y eso ocurre "tal vez porque sólo hemos vinculado estos objetivos a una relación causa-efecto, quizás en nombre de la eficacia, olvidando que "no hay ecología sin una antropología adecuada".
Por ello, valoró la idea de un ciclo especial de estudios ecológicos porque "sirve para transformar, incluso entre los creyentes, el mero interés por el medio ambiente en una misión llevada a cabo por personas formadas, fruto de una experiencia educativa adecuada".
Instó también a los representantes de las religiones "a aportar la contribución necesaria, convirtiéndose en la voz de los sin voz, elevándose por encima de los intereses partidistas y no sólo quejándose".
El Papa ha intensificado en estas ultimas semanas sus llamamientos para un mayor compromiso de los Estados sobre todo la COP26, la cumbre del mes próximo en Glasglow (Reino Unido) donde se espera su participación.
Al acto de hoy participaron también el patriarca ortodoxo de Constantinopla, Bartolomeo I y la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay.