Naciones Unidas.- La Semana Mundial del Agua de este año, que se celebró del 23 al 27 de agosto en Estocolmo, es una oportunidad única para centrarse en el importante vínculo entre el agua y el cambio climático.
El agua está en el centro de los retos a los que se enfrenta la comunidad internacional como consecuencia de los cambios en los patrones meteorológicos causados por la crisis climática.
La alteración del ciclo del agua como resultado del calentamiento del clima no sólo afectará a la calidad y cantidad de agua para las necesidades humanas básicas, sino que también planteará riesgos para la producción de energía, la seguridad alimentaria, la salud humana, el desarrollo económico y la reducción de la pobreza, lo que socavará la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Esta semana, 13 organismos de ayuda humanitaria han subrayado hasta qué punto esto puede tener efectos espectacularmente nefastos, ya que más de 12 millones de personas en Siria e Irak están perdiendo el acceso al agua y a los alimentos como consecuencia del calentamiento mundial.
El cambio climático significa demasiada agua o muy poca
El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publicado a principios de este mes concluye que el cambio climático es inequívoco y está provocando los fenómenos meteorológicos extremos que hemos observado en los últimos años.
Estos incluyen la aparición simultánea de olas de calor intensas y sequías en algunas regiones, junto con fuertes lluvias e inundaciones en otras, ambas con una gravedad sin precedentes.
La ciencia física del cambio climático es clara. A medida que aumenten las temperaturas, se producirán con más frecuencia fenómenos meteorológicos muy secos y húmedos, junto con otros fenómenos climáticos graves.
Las temperaturas más altas y las condiciones meteorológicas más extremas y menos predecibles afectarán a la disponibilidad y distribución de las precipitaciones, el deshielo, los caudales de los ríos y las aguas subterráneas, y deteriorarán aún más la calidad del agua.
Las comunidades de bajos ingresos, que ya son las más vulnerables a cualquier amenaza al suministro de agua, serán probablemente las más afectadas.
Se prevé que el cambio climático aumente el número de regiones con estrés hídrico y agrave la escasez en las que ya lo padecen.
Según ONU-Agua, más de una quinta parte de las cuencas del mundo han experimentado recientemente o bien un rápido aumento de su superficie hídrica, indicativo de inundaciones; un crecimiento de los embalses y de las tierras recién inundadas; o bien una rápida disminución de la superficie hídrica, indicativa de la desecación de lagos, embalses y humedales.
En todo el mundo, se espera que las tierras secas se expandan de forma significativa, y que el derretimiento acelerado de los glaciares tenga un efecto negativo en los recursos hídricos de las regiones montañosas y sus tierras bajas adyacentes.
Así como la escasez de agua y el mal funcionamiento de las cosechas están provocando la pérdida de los medios de subsistencia y la migración forzada en algunas zonas, las lluvias excesivas y las inundaciones están causando enormes pérdidas materiales y humanas en otros lugares.
El informe del IPCC concluye que el cambio climático y sus repercusiones seguirán empeorando en los próximos años a menos que la comunidad internacional tome medidas inmediatas y decisivas contra el calentamiento global.
La próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP26, que se celebrará en Glasgow el próximo mes de noviembre, es la próxima gran oportunidad para actuar colectivamente a nivel mundial y evitar el riesgo de que se produzcan ciclos viciosos que podrían alimentar temperaturas aún más altas y una posible pérdida de ecosistemas incontrolable.