México cuenta con 137 lagunas costeras que albergan gran biodiversidad, una de ellas es la de Celestún, ubicada al noroeste de la península de Yucatán, la cual fue explotada ampliamente en la década de los ochenta con fines pesqueros hasta su declaración como Reserva de la Biosfera en el año 2000.
María Eugenia Vega Cendejas, adscrita al Cinvestav Mérida, investiga varios aspectos del sistema desde hace más de 30 años y cuenta con datos de diversos muestreos, los cuales decidió emplear en el análisis de las variaciones en las comunidades de peces, los factores asociados y los grupos indicadores de las alteraciones en el sistema.
El trabajo, publicado en Journal for Nature Conservation, consistió en evaluar temporalmente a las comunidades de peces de la laguna costera de Celestún a partir de datos de 11 años de muestreos, no consecutivos pero que abarcan tres décadas, y con base en parámetros o atributos específicos: densidad (cantidad), biomasa (peso), riqueza (número de especies) y función (alimentación).
Lo que se observó fue un aumento de los parámetros analizados de 1993 a 1994, la estabilidad durante 2000 a 2010, una disminución constante entre 2011 y 2012, seguida de un incremento en 2013.
“Este último estuvo, probablemente, relacionado con el fin de la pesquería basada en la captura de gran número de especies al mismo tiempo por medio de redes de arrastre, conocida como multiespecífica, y la declaración de este sitio como Reserva de la Biosfera en el año 2000, ya que la recuperación de las comunidades marinas es lenta y llega a tomar más de una década”, explicó Vega Cendejas.
Los incrementos en densidad, biomasa y riqueza, así como la estabilidad de las comunidades de peces durante una década (de 2000 a 2010), se relacionaron con la mayor presencia de especies carnívoras, las cuales influyeron en la estructura y la dinámica de las redes alimentarias; mientras que la disminución de los tres parámetros en diferentes años afectó a todos los grupos de peces evaluados.
También se identificó que la mayoría de los peces cuya alimentación se basa en restos orgánicos (detritus), microalgas asociadas al fondo marino conocidas como bentónicas, macroalgas y pastos marinos, pueden ser indicadores de las perturbaciones en la laguna, tal es el caso del aumento de materia orgánica.
En cuanto al tema de conservación, el estudio señala la relevancia de monitorear al grupo conformado completamente por especies en alguna de las categorías (amenazada y preocupación menor) de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, y tratar de evitar que disminuya su presencia en la laguna o desaparezcan.
La investigación se realizó a partir de datos de muestreos de 38 estaciones a lo largo de 11 años (de 1990 a 1994, de 2005 a 2006 y de 2010 a 2013), fueron incluidas 92 especies cuyos requisitos de hábitat coinciden con los que se encuentran en las lagunas costeras, como agua dulce, estuarios, manglares y pastos marinos.
Tras validar la información taxonómica de las especies, al consultar diversas bases de datos internacionales, las investigadoras hicieron una clasificación tomando en cuenta el hábitat (agua dulce, estuarios y manglar o pastos marinos), lo cual requirió de varios análisis de conglomerados.
“Una vez establecidos los grupos basados en el hábitat, las especies de peces incluidas en este trabajo fueron nuevamente clasificados, con otros modelos, tomando en cuenta su alimentación, esto a fin de determinar su función dentro del ecosistema, como herbívoros, carnívoros o detritívoros, por ejemplo”, mencionó Vega Cendejas.
Así, las 92 especies, en su mayoría con dieta a base de crustáceos bentónicos móviles y presentes en estuarios, praderas de pastos marinos y manglares, quedaron dividas en 10 grupos llamados funcionales (de acuerdo al hábitat y la alimentación).
Para determinar los cambios que han experimentado las comunidades de peces de la laguna de Celestún, fueron comparados, por año y grupo funcional, tanto el promedio de organismos y de peso en gramos por cada 10 metros cuadrados, densidad y biomasa respectivamente; así como el promedio de especies (riqueza).
Acerca de las implicaciones de este estudio, Vega Cendejas señaló que los resultados permiten comprender mejor los ciclos del sistema y diferenciar entre los cambios naturales y los inducidos por las actividades humanas. Esto es relevante porque los planes de conservación y de gestión requieren de datos históricos para evaluar y dar seguimiento a las acciones llevadas a cabo, por ejemplo, el fin de la pesquería multiespecífica, que antes de su prohibición causó la sobreexplotación de la mayoría de las poblaciones de peces de la laguna.