Para Enedino Nápoles Rosas el respeto a la vida, sea de un ser humano o de un ser vivo como un animalito o un árbol es muy valioso. “Salvar un árbol es un pulmón, yo así lo veo y para estar en este oficio (combatiente forestal) nos tiene que gustar pero a la vez hay que tenerle respeto al fuego”.
Don Enedino, como lo conocen, es padre de dos hijos y, al quedar viudo, encontró refugio y una segunda familia al incorporarse al Heroico Cuerpo de Brigadistas para la Protección del Suelo de Conservación de la Ciudad de México, de la Dirección General de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural, de la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) capitalina.
La pasión por proteger a la biodiversidad que prevalece en la ciudad lo llevó, primero, a ser brigadista comunal en el pueblo de San Francisco Tecoxpa, en la alcaldía Milpa Alta, para después formar parte de los combatientes forestales del Suelo de Conservación, su mayor deseo.
“Es pensar en un bien para cuidar el medio ambiente, de pensar que son los animalitos que también tienen derecho de vivir, vengo con los compañeros y realmente me siento con nueva familia y se siente uno muy a gusto, aquí nos protegemos como compañeros y aprendemos uno del otro, nunca se acaba de aprender”, asegura.
Enedino Nápoles dice que antes de acudir a combatir un incendio forestal, él y sus compañeros se preparan física y mentalmente, además de que durante el año reciben capacitaciones en actividades de monitoreo, limpieza y apertura de brechas corta fuego para proteger los ecosistemas y la biodiversidad con los que cuenta la ciudad.
Nápoles Rosas aprovecha para pedir a la ciudadanía que sea consciente de la labor que hacen los brigadistas y llama a cuidar y conservar la naturaleza, ya que cualquier descuido al visitar el Suelo de Conservación puede poner en riesgo los recursos naturales, necesarios para la vida en el planeta; el 100 por ciento de los incendios forestales son provocados por actividades humanas.
“Que sean conscientes porque al tirar una colilla de cigarro no se imaginan el daño que le hacen al medio ambiente y a nosotros porque corremos un gran riesgo, inclusive hasta de perder la vida (al combatir el fuego). Entre más rápido terminemos, salvamos árboles, animalitos como conejos, serpientes; entonces nos sentimos satisfechos cuando todo sale bien”, expresa.
Agradece a las personas que reconocen y aplauden la labor de los combatientes forestales: “Mucha gente sí nos reconoce, vamos en el camión y nos aplauden. Me da gusto porque los niños, los jovencitos, nos ven así con nuestro equipo y nos saludan, gente adulta también, pero muchos piensan que no se hace nada, cuando no es así, en realidad arriesgamos nuestra vida por nuestra vocación”, finaliza.