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Sao Paulo.- De acuerdo con la proyección del Inpe, que capta datos mensuales a través de un sistema de alertas de alteraciones en la cobertura forestal de la Amazonia, la deforestación pasó de los 596.6 km2, en julio de 2018, a los 2 mil 254.8 km2 del mes pasado.
El Inpe ya había informado un crecimiento del 88 por ciento de la deforestación en junio respecto al mismo mes de 2018, unos datos que fueron cuestionados públicamente por el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y desembocaron en la destitución del anterior presidente de la institución, Ricardo Galvao.
En su lugar, el Gobierno designó la víspera como responsable interino del órgano a Darcton Policarpo Damião, un oficial de la a Fuerza Aérea Brasileña (FAB), con una maestría sobre detección remota por el Inpe y un doctorado en desarrollo sostenible por la Universidad de Brasilia.
El mandatario brasileño consideró que los datos divulgados por el Inpe eran falsos y, a su juicio, fueron divulgados de mala fe por funcionarios públicos con intereses políticos, con la intención de perjudicar tanto Brasil como su Gobierno.
"Parece que divulgaron esos datos de mala fe para perjudicar el Gobierno y desgastar la imagen de Brasil", aseguró el líder ultraderechista, tras la divulgación de los datos de junio.
Los informes sobre deforestación, sin embargo, están a disposición de cualquier usuario a través del Sistema de Detección de Deforestación de la Amazonia Legal en Tiempo Real (Deter) del Inpe.
Los números muestran que la deforestación registrada en julio (2 mil 254 km²) equivale a más de un tercio de todo el volumen diezmado en los últimos 12 meses, entre agosto de 2018 y julio de 2019 (6mil 833 km²).
Desde su campaña para las elecciones del pasado octubre, Bolsonaro se ha mostrado favorable de una mayor flexibilización de las políticas ambientales brasileñas y sus controvertidos posicionamientos han causado polémica en la comunidad internacional. En las últimas semanas, el ultraderechista ha reforzado su intención de liberar la minería artesanal en las tierras indígenas de los estados amazónicos con la finalidad de impulsar la economía en la Amazonia, una medida criticada por organizaciones no gubernamentales.
En ese sentido, Bolsonaro insistió este martes en que su país "lo tiene todo para desarrollar" la región de la Amazonia y afirmó que el estado de Roraima, por ejemplo, tendría potencial para alcanzar un desarrollo similar al de Japón si no fuera por sus reservas indígenas y "otras cuestiones ambientales".
"Con tecnología, en 20 años tendríamos en Roraima una economía próxima a la de Japón. Allí hay todo, pero el 60 por ciento del territorio está inmovilizado con reservas indígenas y otras cuestiones ambientales", afirmó el mandatario durante un discurso pronunciado durante un encuentro con empresarios en Sao Paulo.