Berlín.- En 2019, la campaña de Fridays For Future culminó con manifestaciones internacionales de millones en ciudades y pueblos desde Ciudad del Cabo, Sudáfrica hasta Anchorage, Alaska, con el mismo objetivo: obligar a sus naciones a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y convertirse en carbono neutral para 2050.
“Había una lógica brillante en las huelgas escolares que atrajo a la gente”, explica Bill McKibben, autor y cofundador del grupo de acción climática 350.org, “si los adultos no preparan un mundo habitable para mí, ¿por qué debería sentarme en la escuela y prepararme para ese futuro? Esa fue la idea básica que dio en el blanco”.
Fridays For Future puede reclamar algunos logros, como un fuerte movimiento de la opinión pública en favor de la acción climática y ayudar a los partidos verdes en Europa a lograr importantes avances en las elecciones, pero aún antes del brote de coronavirus y la prohibición mundial de reuniones y manifestaciones, su ánimo parecía decaer por los pocos resultados.
Cada vez menos jóvenes asistían a las protestas semanales, por lo que el movimiento estaba reestructurando su estrategia y táctica, cambiando a actividades electorales intensificadas y a campañas de acción directa contra los intereses de los combustibles fósiles, con un éxito regular.
Ahora, la pandemia de coronavirus obliga a Greta Thunberg y a otros líderes de FFF a buscar nuevas estrategias.
“En una crisis cambiamos nuestro comportamiento y nos adaptamos a las nuevas circunstancias para el bien de la sociedad”, publicó Thunberg a principios de marzo. La huelga climática global, una manifestación internacional programada para el 24 de abril, fue suspendida y Thunberg propuso que FFF se digitalizara cubriendo Internet y las redes sociales con el mensaje del movimiento.
Los tweets de Thunberg no lo insinúan, pero el virus y los cierres públicos han arrojado al movimiento a la confusión. ¿Cómo presionar a los gobiernos o las empresas cuando las reuniones están prohibidas? ¿Cómo pueden atraer cobertura mediática en medio de una pandemia global? ¿Las personas comunes se preocuparán por el clima cuando la crisis de COVID-19 haya cambiado sus vidas? ¿Los países dejarán de lado la protección del clima para poner toda su energía y dinero en combatir la pandemia?
“El año pasado, el cambio climático fue el tema principal”, afirma Volker Quaschning, profesor de sistemas de energía renovable en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Berlín, y uno de los científicos alemanes que ha presionado a los funcionarios para que tomen medidas decisivas para frenar el cambio climático; “hoy es el coronavirus”.
“Tuvieron una presencia increíble en los medios el año pasado”, señala por su parte Moritz Sommer, un sociólogo del Instituto de Estudios de Movimiento Social en Berlín, “pero ahora no hay casi nada en los medios, y no veo que vaya a cambiar en este año”.
Luisa Neubauer, a quien a menudo se menciona como “la Greta de Alemania”, una joven de 23 años que es la imagen de FFF en Alemania, fue una presencia constante en los programas de entrevistas y noticias durante el apogeo de las protestas en 2019, señala que el movimiento está en transición.
“Estamos tratando de resolver las cosas. Vencer al coronavirus es lo primero que tenemos que hacer, pero la lucha para salvar el clima no puede parar. Continuará de otras maneras y cuando termine esta crisis, la emergencia climática se verá diferente. Incluso podemos tener mejores oportunidades, porque sabemos que la voluntad política puede mover montañas y lo estamos experimentando ahora mismo, en la crisis del coronavirus", afirma.
En cuanto al llamado de Thunberg al activismo digital, Neubauer admite que no puede reemplazar lo que FFF logró en las calles, “pero nuestra generación y el movimiento climático ya son digitales”.
Las manifestaciones de FFF “cambiaron todo el panorama del movimiento climático y la forma en que la gente común piensa acerca de la crisis climática”, indica Insa Vries, del grupo alemán anti-carbón Ende Gelände, que había estado ocupando instalaciones de producción de carbón desde 2015.
“Eran capaces de llegar a sectores de la población mucho más grandes que nunca, incluidos los sindicatos, las organizaciones no gubernamentales establecidas, las personas mayores y el mundo de la cultura pop”.
“Los activistas de los viernes lograron en meses lo que habíamos tratado de hacer en los pasillos del poder durante 10 años; los niños de la escuela pudieron poner al gobierno en acción. Hace un año, Alemania no estaba cerca de presentar un impuesto a las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y ahora tenemos uno”, agrega.
A pesar de estos logros, los líderes del grupo estaban decepcionados con los resultados, sobre todo porque las protestas no habían incitado a los gobiernos a responder con medidas resueltas y de gran alcance para cumplir los objetivos del Acuerdo de París, de detener el calentamiento global en 1.5 grados Celsius.
Ahora el camino de FFF no está claro. Si al movimiento se le niegan las manifestaciones callejeras durante meses, puede encontrar que sus recursos se están agotando y los activistas desmoralizados.
Lo que puede suceder, comenta Neubauer, “es que convertimos la experiencia de crisis en una experiencia de gestión de crisis. Debido a que ahora estamos abordando el coronavirus de manera colectiva, solidaria y sostenible, podemos aprender a lidiar con los demás. Esto puede ser útil para la crisis climática”.
Por lo pronto, este viernes inician con un nuevo proyecto #TalkForFuture, con el que esperan a través de las redes sociales educar a la población en los temas ambientales, en el que los líderes de Fridays For Future estarán como anfitriones, iniciando con Greta Thunberg.
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