Washington.- Los científicos que investigan la contaminación del agua alrededor de la Isla Lawrence anunciaron haber detectado un leve aumento en los niveles de cesio-137 radiactivo y lo atribuyeron al desastre de Fukushima, cuyos residuos se habrían desplazado por el mar hacia el norte.
“Sabía que esas corrientes japonesas llegarían a nuestras aguas y por eso me ofrecí a hacer las pruebas”, dijo Eddie Ungott, experto residente en la aldea de Gambell, citado en un comunicado de la Universidad de Alaska Fairbanks (UAF), quien trabajó el agua recolectada el año pasado en las cercanías de Lawrence.
“Esto sólo es el borde norte de la pluma”, advirtió por separado Gay Sheffield, agente asesor del programa Sea Grant, con sede en la ciudad de Bome, en el sur de la península de Seward, en el mar de Bering.
Una muestra de agosto de 2018 mostró niveles elevados de cesio-137, un isótopo radiactivo que ha estado ligeramente presente en el océano a partir de pruebas al aire libre de armas nucleares en los años 1960 y 1970, normalmente en alrededor de 2.0 becquerels (unidad de medida de radiactividad) por metro cúbico.
El cesio-137 es una sustancia radiactiva, “subproducto de la fisión nuclear y fue uno de los isótopos liberados cuando el reactor nuclear de Fukushima resultó dañado”, añadió Sheffield, profesor asociado de la Facultad de Ciencias Pesqueras y Oceánicas de UAF.
Después del tsunami en Japón, a consecuencia de un fuerte terremoto ocurrido el 11 de marzo de 2011, los residentes de la isla de Lawrence notaron que las focas comenzaron a enfermar y de inmediato lo relacionaron con la tragedia nuclear dado el conocimiento tradicional de las corrientes marítimas, “y tenían razón”.
Sheffield ha trabajado con Ungott durante años en el análisis del agua en el área y luego enviando las pruebas al Centro de Radiación Marítima y Ambiental, de acuerdo con información de periódico alascano Daily News Miner y el portal de noticias Alaska State News.
Los niveles de cesio-137 medidos en la isla Lawrence no se consideran un problema de salud, según los epidemiólogos estatales, pero Ungott espera que se realicen más pruebas, pues “necesitamos saber si nuestros mamíferos marinos se han contaminado”, ya que la subsistencia de la isla depende del océano.