En la última década se ha reportado el arribo masivo de algas flotantes del género Sargassum a las costas del Caribe, provocando afectaciones ecológicas y socioeconómicas en diversos países, incluido México. Lejos de disminuir, las estimaciones de especialistas en el tema apuntan a que la intensidad de este fenómeno seguirá en aumento.
En el caso de Quintana Roo, la cantidad de algas que llegan cada año varía espacial y temporalmente, por lo cual Daniel Robledo Ramírez, adscrito al Cinvestav Unidad Mérida, encabezó un estudio para identificar las especies, su abundancia, composición química y algunos factores que influyen en la mayor o menor acumulación de sargazo en seis playas arenosas del estado: Mirador, Blanca, Xcalacoco, Coral, Delfines y Puerto Morelos.
La investigación, publicada en la revista Science of the Total Environment, se basó tanto en el muestreo de sitios como en técnicas de teledetección; los resultados podrían servir en el planteamiento de mejores prácticas de manejo y aprovechamiento de estas algas.
Además, los datos reportados en el artículo, en el que participaron investigadores del Cinvestav Unidad Mérida, de los centros de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor) y de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial (CentroGeo), representan la primera caracterización bioquímica precisa de las algas que arriban a la costa norte del Caribe mexicano.
El investigador del Departamento de Recursos del Mar señaló que en todos los sitios estudiados se detectó, a partir de imágenes satelitales, la presencia de algas flotantes en los primeros 25 kilómetros cercanos a la línea de costa; sin embargo, su acumulación en la playa fue diferente.
La mayor cantidad de algas que arribaron a la costa en el periodo estudiado, septiembre de 2018, se registró en playa Blanca, ubicada en una bahía de forma semicircular o de media luna. Mientras que en playa Delfines, expuesta a la alta energía de las olas y el viento, no se observaron acumulaciones de sargazo.
Esto sugiere que las características topográficas de las playas y los factores locales como la fuerza de las olas, el viento o las corrientes marinas se relacionan con la mayor o menor acumulación de sargazo en las costas. Esta información puede servir en el desarrollo de estrategias específicas para el manejo de estas algas en cada zona del Caribe mexicano, mencionó Robledo Ramírez.
En el estudio también se identificó que las especies de sargazo pelágico (organismos flotantes) fueron el componente principal de los arribazones, con abundancias entre 78 y 99 por ciento, siendo Sargassum fluitans y Sargassum natans las más comunes en todas las localidades de muestreo.
Las especies de macroalgas y pastos marinos que crecen adheridas al sustrato (conocidas como bentónicas), las cuales se desprenden por efecto de vientos, corrientes o tormentas y se mezclan con las algas flotantes del género Sargassum, estuvieron presentes en los arribazones en menor proporción y en algunas playas alcanzaron el 21 por ciento.
En cuanto a la composición bioquímica de las algas del género Sargassum, la mayoría de los parámetros analizados (proteína, lípidos, carbono, nitrógeno, pigmentos, compuestos fenólicos y metales, entre otros) tuvieron valores homogéneos a lo largo de la costa norte de Quintana Roo, y solo se encontraron diferencias en el contenido de carbono, hierro y arsénico.
Los pigmentos, alginatos y los fucoidanos, presentes en las especies pelágicas de Sargassum podrían tener aplicaciones en diversas áreas como la farmacéutica, alimenticia, cosmética y biotecnológica. Pero, por el momento, no existen cadenas de valor establecidas para estas algas ni sus compuestos y se requiere evaluar la factibilidad de una industria alrededor del sargazo en Quintana Roo.
La investigación consistió en calcular, con imágenes satelitales y programas computacionales, la cobertura de algas flotantes a 25 kilómetros de la costa de los sitios estudiados. Los datos de las especies, su abundancia y la composición química del sargazo acumulado en las playas se obtuvieron tras varios análisis de laboratorio realizados a las muestras recolectadas en septiembre de 2018, mes en el que se registra el máximo arribo de sargazo al Caribe mexicano.
De manera general, se sabe que la llegada de sargazo a Quintana Roo inicia en abril e incrementa en verano, y aunque este trabajo aporta información básica del fenómeno, es necesario realizar evaluaciones estacionales a largo plazo para entender este problema regional, que se ha vuelto más grave, finalizó Robledo Ramírez.