En 2001 la revista Nature divulgó el primer reporte hecho por los científicos Ignacio Chapela y David Quist, que mostró la presencia de transgenes en cultivos de la sierra norte de Oaxaca, uno de los centros de origen en territorio nacional, ocasionando el desarrollo de otras investigaciones encaminadas a la evaluación del flujo génico entre maíz genéticamente modificado (MGM) y poblaciones nativas.
Desde la creación de los transgénicos mediante la tecnología del ADN recombinante en los años 80 y su liberación como cultivos comerciales, la comunidad científica se ha preocupado por el posible riesgo que esto representa para el ambiente ecológico de la diversidad genética de los cultivos y especies silvestres emparentadas.
En consecuencia, las doctoras Viridiana Trejo Pastor y Margarita Tadeo Robledo, académicas de la FES Cuautitlán, junto con un grupo de investigadores se dieron a la tarea de analizar la presencia de transgénicos en granos resistentes a glifosato y otras semillas de maíz híbrido comercializado en México, a fin de buscar potenciales dispersores de eventos transgénicos.
Detección de ADN recombinante en maíz
Al contrario de lo que afirma la industria biotecnológica, la tecnología de los transgénicos es una técnica inexacta, pues no es posible controlar cuántas copias de la secuencia modificada serán integradas ni en qué regiones del genoma del organismo huésped se insertan dichos casettes genéticos, lo cual trae consecuencias como las reportadas en varios estudios. Por ejemplo, deformidad de estructuras florales, lo que podría ocasionar esterilidad.
Bajo esa premisa, las universitarias han centrado su interés y esfuerzos en la detección de transgénicos en maíz. Para lograrlo, se recolectaron 40 muestras de granos y semillas de híbridos comercializados en México, en parcelas de producción o comercializadas de origen nacional e importado.
De las recaudaciones, se sembraron 300 semillas por genotipo en campo que, al llegar a la etapa V4-V5 de desarrollo foliar, fueron asperjadas con glifosato para evaluar su efecto 15 días después. Tras valorar las muestras en un ensayo de inmunoabsorción ligado a enzimas (ELISA) y pruebas de Reacción en Cadena de la Polimerasa en tiempo real (qPCR), los granos híbrido Jabalí e importado fueron positivos a la introgresión de transgénicos (movimiento de genes de una especie a otra seguida de su estabilización en el genoma hospedero).
Con este estudio se comprobó la presencia de eventos específicos en granos comercializados como vía potencial de dispersión de transgenes al maíz nativo; sin embargo, son semillas funcionales, conservan su capacidad de desarrollo y de expresión de proteínas recombinantes para resistencia a glifosato, aun cuando deberían de someterse a tratamientos que garanticen que no van a germinar, ya que su uso debería ser como grano y no como semilla, por los riesgos que esto implica.
Los transgénicos
Un transgénico requiere de la biotecnología para existir en la naturaleza; no obstante, con este conocimiento y más de 30 años en el mercado, aún no existen estudios que demuestren su inocuidad para el consumo humano. Por el contrario, los riesgos ambientales están ampliamente demostrados, especialmente porque la coexistencia entre cultivos transgénicos, híbridos convencionales y razas nativas es posible. Por tanto, la contaminación genética es inevitable.
Conforme a datos publicados por Greenpeace, hay quienes justifican su uso en aras de “acabar con el hambre”. Aunque los cultivos modificados no alimentan al mundo, el 99% de los agricultores no los cultivan, el 97% de superficie mundial sigue libre de ellos y una parte significativa de su producción se destina a alimentar a animales o a producir biocombustible, aunado a esto se han reportado riesgos a la salud por su consumo.
La importancia del proyecto
México es el centro de origen del maíz, pues aquí se concentra la mayor diversidad de este cultivo en el mundo. Nuestras 60 razas de maíces son el resultado de una cuidadosa selección hecha por diversos grupos indígenas alrededor de 10,000 años, lo que se estima en seis millones de poblaciones nativas de maíz. Por esa razón, son considerados parte importante del patrimonio biocultural de nuestro país.
Por otro lado, son relevantes debido a que son el sustento de miles de familias en las comunidades rurales. De manera que la conservación del patrimonio genético y cultural depende de su adecuado manejo, producción y aprovechamiento.
A pesar de que el gobierno muestra su apoyo al movimiento contra los transgénicos, actualmente se continúa importando maíz genéticamente modificado. De acuerdo con la doctora Viridiana Trejo, la introgresión en México ocurre de forma inadvertida, ya que el maíz genéticamente modificado proveniente principalmente de Estados Unidos, Argentina y Brasil y entra por los puertos, cayendo durante su transportación y, en ocasiones, germinando. Por consiguiente, su polen podría contaminar al maíz nativo.
“Sembrar maíces transgénicos en el país y otras regiones mesoamericanas contaminaría las razas nativas que durante cientos de años se han preservado, esto les causaría cambios en el fondo genético de naturaleza impredecible, pues una vez contaminadas las poblaciones nativas, no habría retorno ni posibilidad de volver a la situación original”, aseveró.
Con este proyecto las investigadoras proponen llevar a cabo un protocolo de detección de transgénicos que puede ser implementado en zonas donde los productores tienen dudas sobre el estado de su maíz (desconoce si en sus cultivos se encuentran introgresiones de maíz genéticamente modificado). Otra de sus propuestas es capacitar a campesinos y productores para detectar el maíz transgénico, con el objetivo de preservar el origen y la diversificación de las razas de maíz nativas.
El maíz es un alimento ancestral y el cereal de mayor producción a nivel mundial, por lo que se debe seguir estudiando in situ para preservar los centros de origen. Por otra parte, es importante que los agricultores se beneficien de este valor genético, principalmente los custodios de razas nativas de maíz, quienes preservan su riqueza y diversidad.