* CEO y Fundadora de Oxtron
La emergencia climática y la necesidad de adoptar un enfoque sistémico y global han tomado un papel protagonista preponderante que preocupa a gobiernos, instituciones y sectores privados, marcando la agenda internacional desde hace décadas y poniendo de manifiesto el importante papel que juegan tanto el sistema educativo como la educación sustentable como motores de un proceso de transformación cultural y socioeconómica global.
La educación es la semilla de un futuro sostenible y es una importante antesala de las acciones que marcarán un antes y un después para las futuras generaciones, por lo que, tiene la capacidad de impulsar el cambio necesario.
Para transitar hacia un modelo circular de la economía, la sociedad debe desarrollar habilidades y experiencias relacionadas con una cultura de desarrollo sostenible que promuevan la protección del medio ambiente, incluyendo el resguardo de los recursos primarios. La solución de estas cuestiones se ve facilitada al orientar los esfuerzos y programas hacia una revalorización de la protección medioambiental en todos sus niveles – desde el preescolar, secundaria, media superior, superior y hasta posgrado – Sin embargo, este es un desafío complejo.
De acuerdo con el IMCO, en México, los cambios realizados que afectan principalmente a las políticas de evaluación educativa y sus objetivos, incluyendo la orientación sostenible, se ven frenados por la falta de cambios significativos derivados de una baja inversión a estos programas en comparación con lo que hacen otros países de la región. De hecho, conforme a los lineamientos del Marco de Acción Educación 2030, el cual propone destinar al menos 4 a 6% del PIB a la educación para alcanzar los objetivos globales –incluyendo la formación climática–. México gasta únicamente 2.96% de su PIB en educación.
En medio de las transformaciones globales y la urgente necesidad de prácticas sostenibles, la responsabilidad de la educación para inculcar enfoques con visión de futuro es innegable, de ahí que un estudio realizado por el Centro Mario Molina haya revelado que, bajo una correcta implementación de materiales, dinámicas e información medio ambiental, el 100% de los docentes reconocieron un mayor compromiso e involucramiento por parte de los estudiantes en el manejo de las acciones humanas que impactan directamente en el clima.
Por su parte, el estudio informa que 93% de los estudiantes consideró que los contenidos relacionados con el cuidado del medio ambiente interesantes y 90% que tiene más información sobre el clima del planeta y cuáles son las consecuencias del cambio climático; este mismo porcentaje afirmo que este conocimiento le permitieron saber sobre las acciones específicas para este contribuir a la mitigación del problema.
Algunas de las acciones clave que las y los docentes pueden implementar dentro de sus programas de estudios para impulsar la conciencia ambiental, son:
1.- Establecer conocimientos básicos: Los conceptos de reducir, reutilizar y reciclar se inculcan mejor a una edad temprana, de ahí que las escuelas de todo el mundo están integrando la sostenibilidad en sus planes de estudios, garantizando que los estudiantes comprendan los principios básicos de la circularidad desde el principio.
2.- Fomentar el pensamiento crítico: Más allá del mero conocimiento, la educación fomenta la capacidad de análisis al presentar retos del mundo real relacionados con el desgaste de los recursos no renovables, la contaminación, emisión de gases de efecto invernadero y la sostenibilidad; con esto los educadores fomentan una mentalidad centrada en las soluciones, preparando a los estudiantes para idear soluciones circulares innovadoras en futuras funciones.
3.- Promover el aprendizaje interdisciplinar: La economía circular tiene una fuerte relación con las ciencias medioambientales, el diseño, administración, mercadotecnia, los negocios, entre otros. Es por lo anterior, que las universidades están introduciendo cursos interdisciplinares para ofrecer a los estudiantes una visión holística que les permita comprender las complejidades y retos del cambio climático.
4.- Cultivar una cultura sostenible: Al comprender las implicaciones de sus elecciones, los estudiantes se convierten en consumidores conscientes, lo cual, hace que sea más probable que estos apoyen marcas sostenibles, reduzcan los residuos y defiendan prácticas circulares en sus comunidades.
5.- Facilitar la investigación y la innovación: Las instituciones de enseñanza superior y unidades de posgrados son centros de investigación, los cuales pueden promover programas centrados en la sostenibilidad y la circularidad, estos programas son potencialmente importantes, pues impulsan los avances tecnológicos y metodológicos, allanando el camino para avances que refuerzan las prácticas circulares en diversos sectores.
Dirigir los procesos educativos y formativos en los centros de educación preescolar, secundaria, media superior, profesional y de posgrado hacia el desarrollo de la cultura ecológica y económicamente circular de los estudiantes, que incluya la formación de valores, normas de comportamiento para la conservación de los recursos naturales, la cultura de la eliminación de residuos, el conocimiento de los bienes reciclados y la experiencia en su uso, es sin duda un desafío en el que instituciones, docentes y estudiantes que en conjunto pueden impulsar para realizar cambios sustanciales que se reflejen en la situación climática del mañana.