Las cactáceas surgieron hace aproximadamente 35-30 millones de años, después de que Godwana se separara de África. Estas plantas poseen adaptaciones para habitar en ecosistemas desérticos relacionados con el uso eficiente del agua como espinas o pelos en lugar de hojas, raíces superficiales, células que almacenan agua, apertura de estomas por la noche para evitar la desecación y un metabolismo CAM.
Se calcula que existen de 55 a 130 géneros y de 800 a 1500 especies de cactáceas en el mundo; son originarias del continente Americano y se encuentran distribuidas desde Canadá hasta el sur de Argentina. Están presentes en diversos ecosistemas como selvas, dunas costeras, bosques, regiones que presentan nieve pero la mayoría de las especies se establecieron de manera exitosa en ambientes áridos y semiáridos donde forman parte de la vegetación dominante.
Poco más del territorio nacional, cerca del 60%, corresponde a zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, que en conjunto con otras características como la topografía, los suelos y el clima crean ambientes perfectos para que el país sea el centro de diversificación más importante del mundo.
En México se han estimado que hay de 48 a 52 géneros y de 563 a 850 especies, de los cuales, el 78% y 85%, respectivamente, son endémicos del país. En el territorio nacional podemos encontrar ejemplares con características impresionantes, por ejemplo, en el noroeste (Sonora y parte de Baja a California Sur) del país se encuentran sahuaros (Carnegiea gigantea) que llegan a medir hasta 10 m de altura o especies del género Echinocereus que presentan flores de colores llamativos. Por otra parte, en la vertiente del Pacífico y algunas regiones del Golfo podemos encontrar cactáceas arbóreas que crecen de manera intercalada con árboles de mezquite.
Una de las zonas geográficas más importantes del país es la del valle de Tehuacán-Cuicatlán localizado en el estado de Puebla y Oaxaca. En esta zona se encuentran 71 especies, de las cuales 18 son endémicas. Cerca del 70% del territorio está ocupado por cactáceas y los géneros Mammillaria y Opuntia son los que presentan mayor número de especies. Una de las características por las cual es reconocido el valle a nivel mundial es por los bosques de cactáceas columnares, donde se pueden encontrar hasta 1800 individuos por hectárea, alcanzando alturas de 15 m de alto.
Una de las primeras personas en iniciar en el estudio de las cactáceas fue Helia Bravo Holis, la primera bióloga titulada del país por parte de la Universidad Nacional Autónoma de México. Sus primeros trabajos fueron realizados en la región de Tehuacán-Cuicatlán, realizó más de 150 publicaciones, propuso 57 taxa nuevos, participó en la fundación de la Sociedad Mexicana de Cactología y en la creación del Jardín Botánico de la UNAM.
El conocimiento de las cactáceas en el país se remonta desde épocas prehispánicas. Mayas y aztecas nombraron un amplio número de cactáceas basándose en sus propiedades y en su morfología. Se tiene el registro de que utilizaban como fuentes de alimento, de manera medicinal, materias primas para la construcción de viviendas y en ceremonias religiosas.
Las cactáceas son una de las plantas más deseadas del mundo por sus llamativas características, por lo que ha sido objeto de saqueo para satisfacer el mercado internacional, ya sea con los organismos completos o sus semillas.
Otros factores que impactan de manera negativa las poblaciones de cactáceas naturales son el cambio de uso de suelo y la introducción de especies invasoras. Estos elementos hicieron que algunas especies sean consideradas raras, vulnerables, amenazadas o extintas.
México es el país con más especies de cactus amenazados, un total de 197 especies se encuentran en peligro, tan solo toda la familia cactaceae se encuentra listada en el apéndice II de la CITES y algunas especies se encuentran el I.
Estos organismos son muy importantes en los ecosistemas áridos ya que proporcionan protección a una gran cantidad de organismos. Algunas de aves, reptiles y mamíferos utilizan diversas partes de las cactáceas para la construcción de nidos y madrigueras, además que les proporcionan alimento a través de sus flores y frutos. Otro de los beneficios es que protegen el suelo contra la erosión, y capturan agua y humedad.