Se conocen también como bosques de kelp, bosques de sargazos o bosques de laminariales. Estos bosques submarinos están formados principalmente por algas pardas de gran tamaño y algas de tonalidades rojas y verdes.
Pueden llegar a medir hasta 30 metros de altura en su búsqueda de los rayos solares y son hogar de gran cantidad de organismos de importancia pesquera.
Su productividad es comparable a los arrecifes de coral, humedales y selvas tropicales.
Ahí viven los carismáticos lobos marinos. También se desplaza el elefante marino del norte junto a una gran variedad de cangrejos, caracoles y peces.
Las principales amenazas que enfrenta este ecosistema son las tormentas, la abundancia de organismos herbívoros y los fenómenos climáticos que afectan la temperatura y los nutrientes.
Los bosques marinos son importantes barreras naturales porque disminuyen la fuerza destructora del oleaje en las playas, fijan el carbono, ayudan a mantener la calidad del agua y estabilizan el suelo marino.
De estos bosques también se obtienen minerales, vitaminas y aminoácidos que se emplean para hacer cremas o para elaborar suplementos alimenticios y medicamentos de forma deshidratada.
Aunque son invisibles desde tierra, tienen gran influencia en los organismos marinos y en la protección de costas y playas.
De entre los sitios con bosques de macroalgas que se encuentran con alguna categoría de protección son los Parques Nacionales Cabo Pulmo y Bahía de Loreto, así como la Reserva de la Biósfera el Vizcaíno, en Baja California Sur.