El Sexto informe de evaluación (AR6) del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) emitió otra llamada de atención sobre la necesidad de realizar, para 2035, recortes drásticos en las emisiones de efecto invernadero para evitar los impactos más devastadores del cambio climático en el bienestar humano y los ecosistemas.
Si bien el dióxido de carbono (CO2) es el gas de efecto invernadero (GEI) más conocido, hay otros, conocidos como contaminantes climáticos de vida corta (CCVC), que también juegan un papel fundamental en que sea factible lo pactado en el Acuerdo de París (mantener el tope del aumento de la temperatura global en 1.5 °C con respecto a la era preindustrial), y en mejorar la calidad del aire y proteger la salud de las poblaciones.
Los contaminantes climáticos de vida corta -el metano, el carbono negro y algunos hidrofluorocarbonos (HFC), también conocidos como "súper contaminantes"- permanecen en la atmósfera por menos tiempo que el dióxido de carbono, pero tienen un impacto potente en el calentamiento global a corto plazo.
Por ejemplo, el metano tiene más de 80 veces el poder de calentamiento del CO2 en sus primeros 20 años en la atmósfera, y alrededor del 45% del calentamiento global neto actual se debe a las emisiones de metano de las actividades humanas. Además, el metano también es un precursor de otro poderoso impulsor del cambio climático: el ozono troposférico (que se encuentra cerca de la superficie de la Tierra).
El informe del IPCC, la conclusión de una serie de evaluaciones escritas por cientos de científicos, encuentra que, incluso con estrategias rigurosas de reducción de CO2, el mundo enfrenta una probabilidad de más del 50% de superar el límite de 1.5 °C si los contaminantes distintos al CO2 no se reducen significativamente.
Alcanzar las emisiones netas iguales a cero para mediados de siglo requerirá de recortes profundos en los contaminantes climáticos de vida corta, incluido el metano, que según el IPCC debe reducirse un 34% por debajo de los niveles de 2019 para 2030.
Dado que estos contaminantes son veloces en su contribución al cambio climático a pesar de su breve existencia, tomar acciones para reducirlos de manera significativa puede ser también la forma más rápida de frenar el aumento de la temperatura global.
Desde el lanzamiento del Compromiso Global de Metano en la COP26, en 2021, el mundo es ahora más consciente de la amenaza de los “súper contaminantes”. El Compromiso Global de Metano, una asociación entre 150 países, pactó que, para 2030, reducirán de manera colectiva las emisiones globales de metano en al menos un 30% por debajo de los niveles de 2020. Pero sin esfuerzos para lograr reducciones profundas, las emisiones de metano actualmente están encaminadas a aumentar entre un 5% y un 16% para 2030 con respecto a los niveles de 2020.
Estas son tres razones por las que los gobiernos deberían escalar los planes para reducir lo más pronto posible los contaminantes climáticos de vida corta.
1. Para mejorar el clima y la seguridad alimentaria
Los sistemas alimentarios y la agricultura son muy vulnerables al cambio climático y, al mismo tiempo, son la mayor fuente de contaminantes climáticos de corta duración, principalmente del metano. Las emisiones de metano son una fuente importante de ozono en la atmósfera baja, son un contaminante tóxico para los animales y los humanos, e inhiben la fotosíntesis en las plantas y reducen la biomasa vegetal y el rendimiento de los cultivos. El metano ha resultado en pérdidas de rendimiento relacionadas con el ozono del 16% para cultivos de soya, del 12% para cultivos de trigo, del 5% para cultivos de maíz y del 4% para cultivos de arroz, cifras equivalentes a aproximadamente 110 millones de toneladas anuales.
Reducir las emisiones de metano a los niveles establecidos en el Compromiso Global de Metano requerirá que los países revolucionen la producción de alimentos y mejoren los métodos agrícolas adaptados a las poblaciones locales. Esto se puede lograr mediante la mejora de la calidad del alimento para ayudar a aumentar la productividad y la eficiencia del ganado rumiante por kilogramo de carne y leche; con el desarrollo y la introducción de aditivos alimentarios para el ganado (por ejemplo, utilizando adecuadamente las algas marinas que reducen las emisiones de la fermentación entérica en el ganado); mediante el cultivo de granos de arroz bajos en metano; y al poner un mayor énfasis en las proteínas de origen vegetal y marino.
Al explorar estas oportunidades, es importante que los países incorporen la equidad en sus planes para que las poblaciones vulnerables y las mujeres sean consideradas y reciban asistencia para salir de la pobreza, desarrollar medios de vida sostenibles y poner un tope a la hambruna.
2. Para proteger la salud humana
El cambio climático y la contaminación del aire comparten muchas de las mismas fuentes y, por lo tanto, están inextricablemente vinculados. Cada año, aproximadamente 7 millones de personas mueren prematuramente a causa de enfermedades como asma, enfermedades respiratorias y enfermedades del corazón, tras haber estado expuestas a niveles peligrosos de contaminación del aire en sus hogares y en el ambiente. El aumento de las emisiones de carbono negro y otras formas de material particulado, así como el ozono troposférico y otros contaminantes, son en gran parte responsables de la mala calidad del aire, que se ha convertido en el mayor riesgo ambiental para la salud humana, especialmente en los países de ingresos bajos y medianos.
El informe AR6 de 2023 del IPCC concluye que las medidas de control de la contaminación del aire combinadas con reducciones fuertes y sostenidas de las emisiones de metano probablemente darán como resultado un menor calentamiento global. También calcula que los beneficios económicos derivados de la reducción de enfermedades gracias a la mejora de la calidad del aire son iguales en magnitud a los costos de mitigación, y potencialmente incluso mayores.
La buena noticia es que las soluciones para reducir los contaminantes climáticos de vida corta están al alcance y brindan ganancias rentables para el clima y el desarrollo. Un nuevo informe sobre el desarrollo sostenible en África demuestra cómo se puede crear un camino sostenible mediante la reducción de los contaminantes climáticos de vida corta en sectores clave, al tiempo que se garantiza que las comunidades más vulnerables se beneficien de algunas de estas soluciones.
Tapar las fugas de las tuberías y de la extracción de petróleo y gas, reducir el desperdicio de alimentos, capturar las emisiones de los vertederos y usar menos fertilizantes en la agricultura son algunas de las soluciones disponibles para reducir las emisiones de metano, soluciones que podrían lograr una gran parte de las reducciones necesarias para cumplir con el Compromiso Global de Metano. La adopción de métodos de calefacción y para cocinar más eficientes, y la transición a combustibles más limpios y a un transporte eléctrico podría contribuir en gran medida a reducir la contaminación por carbono negro, y los HFC se pueden reducir mediante la adopción de sistemas de refrigeración más eficientes.
3. Para mantener factible el alcance de los objetivos climáticos
Los esfuerzos actuales para limitar el calentamiento global a 1.5°C están muy lejos de ser suficientes, pero si actuamos rápidamente con respecto a los contaminantes climáticos de vida corta podemos evitar más de medio grado de calentamiento para 2050. Luego de que el informe AR6 del IPCC destacara que las concentraciones de los contaminantes climáticos de vida corta, en particular el metano, alcanzaron sus tasas más altas en 2019, en comparación con los últimos 800 mil años, los países pueden demostrar su convicción de cumplir con el Compromiso Global de Metano al comunicar sus planes para reducir dichos contaminantes para 2030 y en fechas posteriores.
La más reciente investigación de WRI muestra que los países han comenzado lentamente a proporcionar detalles más transparentes y sustantivos sobre su intención de reducir los contaminantes climáticos de vida corta en los compromisos climáticos que han presentado en virtud del Acuerdo de París. Estos compromisos, también conocidos como Compromisos Determinados a nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), deben estar alineados con el Compromiso Global de Metano ya firmado por 150 países.
Los signatarios del compromiso representan aproximadamente dos tercios del PIB mundial, más del 50% del metano antropogénico (o inducido por el hombre) mundial, y entre ellos se encuentran 14 de los 20 mayores emisores de metano, incluidos Argentina, Australia, Bangladesh, Brasil, Canadá, Colombia, Etiopía, Indonesia, México, Nigeria, Pakistán, Estados Unidos, Uzbekistán y Vietnam.
Otros detalles plasmados en las NDC incluyen: Montenegro comunicó su intención de congelar el consumo de HFC en 2024; Camerún tiene la intención de que todas las ciudades importantes tengan vertederos con instalaciones de captura del 70 % del metano para 2035, y Benín, en África Occidental, proporcionó un listado de medidas en el sector energético que conducirá a una reducción del 14% en las emisiones de carbono negro para 2030.
Por su parte, seis países —Canadá, Estados Unidos, Finlandia, Noruega, Suecia y Vietnam— y la Unión Europea publicaron Planes de acción sobre el metano, en los que destacan estrategias nacionales específicas por sector, instrumentos normativos y futuras intervenciones políticas para reducir los contaminantes climáticos de vida corta en los sectores de manejo de residuos, energía y agricultura. Con el apoyo de agencias de implementación como la Coalición Clima y Aire Limpio, 22 países adicionales también trabajan para mostrar su compromiso con la reducción del metano en los planes de acción nacionales.