Síguenos en @PortAmbiental
Nobol (Ecuador).- Compuesta por nueve grandes maderos de 15 metros y 14 travesaños de cinco, la primera réplica de la balsa que Humboldt (1769-1859) utilizó en sus viajes por los cursos fluviales que circundan la ciudad de Guayaquil, será botada el próximo jueves en una ceremonia para conmemorar al considerado como padre de la ecología.
El evento marca el 250 natalicio de un expedicionario que recorrió tierras americanas alrededor de 1800 y sentó las bases de ese concepto que hoy conocemos como "ecosistema".
En Guayaquil, entonces una ciudad de unos 12 mil habitantes es donde sintetiza su esquema 'Geografía de las plantas', en el que estratifica por alturas todo lo que encuentra de flora, fauna y mundo mineral junto a otros componentes como temperatura, presión, corrientes de agua, explica el historiador ecuatoriano Melvin Hoyos.
Y es aquí donde, "uno o dos días antes de su partida", concluye que "estos animales solamente pueden existir en este sitio porque, solo en este sitio nacen las plantas de las que se alimentan".
Sus viajes por los ríos Daule y Babahoyo, que en su desembocadura confluyen en el Guayas, fueron cruciales en la gestación de esta teoría con la que Humboldt estableció patrones de dependencia entre flora, fauna y zonas geográficas específicas.
Pese a ese hecho, y a diferencia de su ampliamente investigado trabajo por la sierra andina y el volcán Chimborazo, poco se sabe de su paso por esta provincia del suroeste de Ecuador.
Hoyos, que ha realizado una investigación sobre el tema, señala que puede deberse a que la primera traducción del compendio de sus diarios, hace unos cuarenta años, eludió curiosamente un centenar de páginas sobre Guayaquil.
Un legado que ahora tratan de rescatar en este proyecto el Colegio Alemán Humboldt y de la Fundación Garza Roja, en colaboración con la Armada ecuatoriana, los Astilleros Navales Ecuatorianos (Astinave) y el Municipio.
El presidente de la Fundación, Ramón Sonneholzner, indicó que con la reconstrucción de le embarcación se ha querido conmemorar el paso de Humboldt por las áreas tropicales, y también realzar el pasado de la navegación fluvial en esta zona, hoy casi desaparecida.
"La mayor parte de los ríos de Europa central siguen movilizando cosas, materiales y turismo, y si a lo mejor es más eficiente el transporte de un tren, hay momentos en que podría ser tanto más eficiente o económico transportar por vía náutica", explica.
"Lo importante -insiste- es no dar la espalda al río, que es lo que pasa desde hace más de 40 años (en Ecuador)".
La balsa ha sido reconstruida gracias a un dibujo que el explorador dejó en sus diarios, y del que se han extraído las medidas aproximadas teniendo en cuenta la altura de los indígenas de aquella época.
El proyecto, en el que se han invertido de 40 a 50 mil dólares, comenzó por la difícil tarea de encontrar los árboles de balso con los que los indígenas construían sus embarcaciones hace dos siglos, sacarlos del bosque sin causar daño al entorno y traerlos hasta el parque cultural Garza Roja, unos 50 kilómetros al norte de Guayaquil.
"La recolección de los troncos fue todo un desafío, una parte los encontramos (..) en la provincia de Bolívar, y el resto en unas quebradas de alta montaña en Balzar, en el norte de Guayas", destaca Carlos Mosquera, maquetista que asesora en el proyecto.
El resultado ha sido una réplica ligeramente más pequeña que la original por la dificultad de encontrar troncos rectos de 17 metros, pero que pese a sus 15 toneladas navega con sorprendente estabilidad gracias a que la madera de balsa es más liviana que el corcho, y a sus cuatro "guaras" que hacen las veces de quilla.
Para ajustar la "parrilla" de troncos -algo más estrechos que los de aquella época porque ya no hay árboles de 150 años-, estos fueron pulidos hasta consolidar una base estable sobre la que instalar una caseta de caña guadua (bambú), que además sirve de túnel de viento para alimentar la pequeña vela en la proa.
Técnicas navieras indígenas que Humboldt descubrió al llegar a Guayaquil, en su camino de regreso de la sierra andina, y tras tomar un barco en Lima que hacía una escala de varios días camino de México.
"Hay varias cosas que lo animan a quedarse", asegura Hoyos sobre un crucial encuentro en el barco con el geógrafo español José de Moraleda.
Además, a la entrada del Golfo de Guayaquil se da cuenta de "una explosión de naturaleza que no esperaba", se hace amigo del farmacéutico español Juan José Tafalla y con él se lanzan en balsa a recorrer los ríos para recolectar plantas.
En ese momento, el prusiano ya tenía la hipótesis de que el "planeta es un ente vivo" y, en Guayaquil, "se sienta a hacer la síntesis (de sus descubrimientos) desde que entró en Venezuela" unos años antes.
Unos descubrimientos en América que, según escribió el propio investigador, fueron la "semilla" de 'Cosmos', su obra maestra publicada a mediados del siglo XIX, traducida entonces a casi todos los idiomas europeos.