Chiapas.- La Secretaría de Medio Ambiente e Historia Natural de Chiapas a través de los cuatro campamentos tortugueros que administra en la costa chiapaneca, logra liberar un promedio de 300 mil crías de tortuga marina al año, lo cual no podría realizarse sin el compromiso del equipo que diariamente las vigila, protege y resguarda desde el desove hasta la liberación de crías.
El personal, además, busca concientizar a la población para que no consuma huevos de tortuga y no sean parte del delito de su venta ilegal.
Las tortugas marinas son representantes vivos de un grupo de reptiles fundamentales para el equilibrio en los ecosistemas marinos y aún así, hoy están en peligro de extinción por actividades humanas.
Las tortugas enfrentan grandes riesgos: tanto en el mar como en la playa, por amenazas como el saqueo, consumo de huevos, muerte de hembras anidadoras, muerte de tortugas por asfixia ocasionada por artes de pesca mal aplicados, contaminación de plásticos y muchos otros residuos, todos ellos ocasionados por el ser humano.
La protección y conservación de la tortuga marina es una noble e invaluable labor, la cual inicia con la colecta de huevos, la incubación de éstos por 45 días aproximadamente, su eclosión y finaliza con la liberación de crías.
Todo este ciclo de vida se interrumpe por la venta ilegal de huevos, actividad ilícita que pone en riesgo tanto a las tortugas marinas como a quienes se encargan de su protección.
Recorrer las playas con el objetivo de colectar huevos de tortuga, es una actividad que parece sencilla, pero los saqueadores, en su afán de colectar más huevos para su venta ilegal y enriquecimiento ilícito, enfrentan, amedrentan y amenazan de manera verbal y física constantemente al personal de campamentos tortugueros.
El personal encargado de su protección elude riesgos, ya que los saqueadores colocan en la playa hilos que se utilizan para tejer las artes de pesca, mismos que en la noche son imperceptibles, también ubican troncos o palos con clavos para ponchar las llantas de los vehículos cuatrimotos que usan para desplazarse, entre otras agresiones más.
La venta de huevos de tortuga es un delito que pone en peligro a las tortugas como a quienes trabajan en su protección. Los salteadores cada vez son más violentos con el fin de lograr su cometido: el robo de huevos para su venta ilegal en las playas y sus alrededores.