Las mariposas migratorias tienen mayor diversidad genética, aunque el número de especies de mariposas que se adaptaron a migrar, unas 600, es relativamente bajo, según un estudio dirigido por investigadores españoles del CSIC, que analizaron el genoma de 97 especies de lepidópteros.
El estudio, que publica la revisa Molecular Ecology, fue dirigido por Aurora García-Berro, investigadora del español Instituto Botánico de Barcelona (IBB), centro mixto del CSIC y del Ayuntamiento de Barcelona.
Según explicó García-Berro, existen más de 600 especies de mariposas que migran regularmente, viajando a distancias comparables a las de las aves, pero son una minoría de entre las 18 mil especies de mariposas en el mundo, aunque el número exacto es todavía desconocido, así como sus patrones de movimiento, debido a la dificultad de demostrar la conectividad entre poblaciones en distintos países y continentes.
El trabajo, en el que colaboraron investigadores de Suecia, Malasia y Estados Unidos, analizó los genomas de 97 especies de mariposas que demostraron que aquellas especies que migran estacionalmente son genéticamente más ricas, algo a priori beneficioso, porque les ofrece la ventaja evolutiva de una mayor adaptación ante cambios ambientales bruscos.
Según García-Berro, "esta diversidad genética es producto del movimiento. Una migración continuada en el tiempo facilita el flujo genético entre individuos distribuidos en territorios muy amplios. Esto solo puede pasar en especies con números poblacionales muy altos, de forma que siempre haya individuos que se puedan encontrar durante sus migraciones para reproducirse".
La investigadora recordó que las dinámicas poblacionales de las migraciones en insectos son distintas a las de muchos vertebrados.
Los insectos no aprenden sus rutas migratorias como lo hacen muchas aves, tortugas o mamíferos, porque viven poco tiempo y no las pueden repetir. Cada generación completa solo una parte de la ruta migratoria anual. A pesar de ello, es sorprendente observar que los ciclos migratorios se repiten", resaltó García-Berro.
"Esto es así -explicó- porque tienen una predisposición genética que les permite interpretar los ciclos estacionales de manera innata y así emprender estos largos trayectos y beneficiarse de las mejores condiciones ambientales para alimentarse y reproducirse".
Los investigadores están estudiando en detalle el genoma de la mariposa cardera (Vanessa cardui), que es el principal modelo de estudio del laboratorio de Migración y Filodiversidad de Insectos, del Instituto Botánico de Barcelona, liderado por el investigador del CSIC Gerard Talavera.
La cardera es conocida por su enorme capacidad migratoria, lo que la ha llevado a colonizar casi todo el mundo.
El estudio observó que, a pesar de las fuertes fluctuaciones demográficas que se pueden observar cada año en regiones concretas, esta especie no sufrió declives poblacionales durante los últimos 200 mil años.
"Aunque en un sitio concreto haya años en los que observamos muchas mariposas carderas y otros años muy pocas, hay que entender estas tendencias en una escala temporal larga y para el conjunto de sus poblaciones. Extrapolamos estas tendencias gracias a la huella que dejan en los genomas. Aunque haya habido poco éxito reproductivo en un país, este se compensa por un mayor éxito reproductivo en otro", detalló Talavera.
Según sus autores, este estudio representa un avance importante en el conocimiento de las dinámicas poblacionales y de movimiento de los insectos y fue posible gracias a la gran cantidad de nuevos datos genómicos de especies de mariposas que se están generando en los últimos años.