México.- Alfonso Espitia Cabrera, investigador del Departamento de Energía de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en Ciudad de México, dijo que al extraer el petróleo este viene asociado con agua y gas que deben ser separados.
En el caso del agua, en algunos casos se tira al propio océano, cuando la extracción del hidrocarburo se realiza desde plataformas marinas, y en tierra se reinyecta o arroja a los cuerpos de agua.
El ingeniero químico, especialista en toxicología industrial, mencionó que en México existe la Norma Oficial Mexicana NOM-143 de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) relativa a las aguas congénitas, que contienen sales disueltas como cloruros de calcio, sodio y potasio, carbonatos de sodio, sulfatos de calcio o de bario, y pueden incluso contener algunos metales.
Al solicitar información a la Comisión Nacional del Agua (Conagua), este organismo federal dependiente de la Semarnat encargado de administrar, regular, controlar y proteger las aguas nacionales reconoció un desconocimiento total de este líquido.
Los riesgos ambientales que se presentan en el manejo y disposición del agua congénita son la eventual contaminación de acuíferos en el proceso de inyección a formaciones receptoras, de cuerpos de agua receptores y del suelo cuando se producen derrames accidentales en su transporte.
Espitia Cabrera declaró que "actualmente en algunos casos se reinyecta para ayudar a aumentar la presión para subir el petróleo, pero esa agua no debiese tirarse de forma inadecuada, tiene que ser tratada".
En las licitaciones petroleras de la administración del presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018), diversas empresas trataron de captar esta agua para darle utilidad, "pero se paralizó esta situación debido a los cambios en las políticas petroleras de México" con la llegada a la Presidencia de Andrés Manuel López Obrador en diciembre de 2018, dijo el experto.
Enfatizó que México no debiera desperdiciar esta agua, tomando en cuenta que se extraen 30 litros de ella por barril de petróleo, que equivale a unos 154 litros del hidrocarburo.
La empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) informó recientemente que en la pasada década se extraían anualmente unos 12.09 millones de metros cúbicos de agua congénita, de los cuales se reinyectó al subsuelo casi 87 por ciento y se dispuso en cuerpos receptores el restante 13 por ciento.
En años pasados, diversas organizaciones ambientalistas como Greenpeace han denunciado que en los derrames accidentales provocados por Pemex se presentó poca o nula acción oficial al agua congénita.
Un ejemplo es la planta deshidratadora Samaria II, en el estado de Tabasco, que tiene la función de eliminar el agua congénita y la salinidad del crudo. Sin embargo, las comunidades locales han denunciado daños patrimoniales por contaminación con agua salada, y pese a las evidencias y denuncias no les atendió el Gobierno.
Otro caso involucra a la empresa Conjunto de Servicios Industriales (CSI), que ganó medio centenar de contratos de la subsidiaria Pemex Refinación por montos desde 200 mil hasta 66 millones de pesos.
En 2015 ganó un contrato para la puesta en operación de los procesos de separación, estabilización, deshidratación y desalado de crudo, así como de tratamiento e inyección de agua congénita, en el complejo Batería Cárdenas, Tabasco. Sin embargo, la obra quedó inconclusa.
La empresa estatal tiene en cartera para 2020 incrementar la capacidad de tratamiento en la Central de Almacenamiento y Bombeo (CAB) Tamaulipas y de la CAB Cacalilao (Veracruz), incluyendo mantenimiento e inspecciones de los sistemas de ductos, calentadores primarios y sistemas de manejo y disposición de agua congénita.