México.- Frente a los grandes retos de la emergencia climática, para personas y naciones se abren interrogantes sobre el futuro local y planetario que se vislumbra con el agravamiento de la temperatura global, por lo cual las más proactivas buscan a sus pares para generar sinergias y dar la batalla.
Numerosas urbes se agrupan en torno a una idea común que puede ser exitosa para todos: generar ciudades con cero emisiones de carbono, lo que también se convierte en una poderosa oportunidad para asegurar la prosperidad económica y mejorar el nivel de vida de sus connacionales.
Entre estos esfuerzos surge la Coalición por la Transformación Urbana en México, conformada por más de 10 organizaciones públicas y privadas, las cuales sentencian que “la batalla por el planeta será ganada o perdida en las ciudades”.
Actualmente, más de la mitad de la población planetaria vive en las urbes, que a su vez producen el 80 por ciento del producto interno bruto, pero también las tres cuartas partes de las emisiones de carbono por el consumo de energía, cifras que crecen aceleradamente en Asia y África.
Resulta entonces factible que en las urbes, y de ellas, surjan respuestas a la emergencia climática. Por ello son esperanzadores los análisis que, como el reporte Emergencia Climática. Oportunidad Urbana, demuestran que “la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) puede ser reducida en casi 90 por ciento para el 2050, si se aplican medidas de mitigación técnicamente posibles y ampliamente disponibles”.
Mejor aún, detalla: “Si se les diseña y aplica con cuidado, tales medidas podrían atender otras prioridades políticas urgentes como la grave contaminación atmosférica, la congestión crónica del tránsito, los servicios deficientes y la productividad perdida”. En términos monetarios, estas acciones comprenderían “inversiones con un retorno económico por 23.9 billones de dólares”, a la cotización actual.
El documento prevé que los países líderes serán aquellos cuyas ciudades logren una transición equitativa y sostenible hacia una nueva economía urbana.
Por otra parte, señala que si bien “las acciones de los gobiernos locales son críticas”, aisladas no pueden lograr sus objetivos pese a la oleada de acción climática a nivel local de las últimas décadas, pues aunque cerca de 10 mil urbes se han comprometido a determinar objetivos de reducción de GEI y han preparado planes para atender la problemática, incluso los gobiernos locales más empoderados aportan sólo una mínima parte de la mitigación.
Por eso cobra importancia la participación de los gobiernos nacionales, que tienen roles únicos y cruciales en el impulso hacia ciudades neutrales en carbono y resilientes al clima.
El reporte agrega que el futuro de las ciudades depende sustancialmente de las decisiones y del apoyo previsto por altos niveles de gobierno, como lo reconocieron formalmente al adoptar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 11, que compromete a los países a “hacer de las ciudades asentamientos humanos inclusivos, seguros, resilientes y sustentables”.
El tiempo apremia. Hoy día, menos de dos de cada cinco países tienen una estrategia nacional explícita para las ciudades y unos cuantos atienden claramente la acción climática y la inclusión social. Además, sólo siete naciones del mundo tienen una política urbana nacional y una Contribución Prevista y Determinada a Nivel Nacional que atiende específicamente la mitigación climática en las urbes, según el reporte.
Elaborado por el Consejo Técnico Asesor con la participación de más de 50 organizaciones reunidas por la Coalición para las Transiciones Urbanas, el documento expone que las emisiones de GEI en las urbes pueden llegar cerca de la neutralidad usando tecnologías y prácticas probadas.
También identifica medidas bajas en carbono técnicamente posibles para reducir emisiones en sectores urbanos clave, por cerca de 90 por ciento para 2050, lo que en términos absolutos representa ahorros mayores que las emisiones energéticas de China y Estados Unidos en conjunto, para 2014.
Detalla que 58% de esos ahorros procederían del sector de la construcción, 21% del transporte, 16% de la eficiencia de materiales y 5% de los desechos.
Calcula que se requiere una inversión anual de 1.83 billones de dólares, es decir, 2 por ciento del PIB global, pero representaría ahorros totales de 2.80 billones de dólares hacia 2030 y de 6.98 billones de dólares hacia 2050, equivalente a un valor neto actual de 23.9 billones de dólares, en cifras conservadoras, que podrían aumentar a 38.19 billones de dólares con precios energéticos y tasas de aprendizaje tecnológico más altas. A estos beneficios se suman los aumentos a la productividad a largo plazo y las mejorar a la salud pública.
Las ciudades compactas, conectadas y limpias ofrecen una gran oportunidad a los gobiernos locales y nacionales para conseguir un desarrollo económico eficaz y más justo
Con estas perspectivas, y a convocatoria del Centro Ross para Ciudades Sustentables (WRI), el Colegio de Urbanistas, UNAM, GIZ, AMIMP, ITESM, TECHO México, ONU-Hábitat, IDOM, Global Green Growth Institute, CEPAL e ICLEI, entre otros, iniciaron actividades con la firma de un acuerdo de colaboración, y adoptaron siete ejes de trabajo para lograr la transformación de las ciudades mexicanas:
1. Financiamiento para el desarrollo urbano
2. Vivienda para todas las personas
3. Instrumentos de Planeación Urbana, gestión del suelo y expansión
4. Movilidad urbana sustentable
5. Prevención de impactos ambientales y mitigación de riesgos
6. Gobernanza metropolitana
7. Desarrollo regional.
El reporte señala que las ciudades compactas, conectadas y limpias ofrecen una gran oportunidad a los gobiernos locales y nacionales para conseguir un desarrollo económico eficaz y más justo, e insiste en que una transformación urbana es posible, aunque hoy se antoje irreal o lejana, pues aun cuando hay millones de residentes urbanos en extrema pobreza y ambientes degradados, diferentes casos de estudio, donde los gobiernos nacionales y locales colaboraron, evidencian que es posible mejorar la vida de las urbes en dos o tres décadas.